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La Mocro Mafia

La Mocro Mafia Por Rafael Zaragoza
Ridouan Taghi, jefe de la Mocro Mafia, en una imagen anterior a su detención.

¿Quién está detrás de estas amenazas en contra del primer ministro de Holanda y la heredera al trono? Según el Ministerio del Interior, se trata de la Mocro Mafia, un poderoso cártel que conforman ciudadanos holandeses de orígenes marroquíes.

Desde hace seis meses, la princesa Catalina Amalia de Orange, heredera al trono holandés, no sale prácticamente de casa. Así lo contaron sus padres, los reyes Guillermo Alejandro y Máxima, en octubre pasado. El motivo de este encierro no se debe a que la joven de dieciocho años esté pasando por una mala racha adolescente; son las amenazas del crimen organizado de aquel país las que le impiden hacer una vida normal. Catalina Amalia vive en Ámsterdam, donde estudia Psicología en la universidad. Solía vivir en un piso compartido, pero la amenaza contra su seguridad hizo que tuviera que volver al palacio que tiene la familia real en La Haya. La confesión de los monarcas ha abierto el debate sobre si Holanda se ha convirtiendo en un narcoestado. Catalina Amalia de Orange no es la única que ha cambiado su estilo de vida: el primer ministro, Mark Rutte, también está en la mira de los cárteles y, por ello, ya no va a la oficina en bicicleta, como solía hacer. Ahora tiene que viajar en coche oficial.

¿Quién está detrás de estas amenazas en contra del primer ministro y la heredera al trono? Según el Ministerio del Interior, se trata de la Mocro Mafia, un poderoso cártel que conforman ciudadanos holandeses de orígenes marroquíes. Su líder es Ridouan Taghi, quien, presuntamente, es el criminal más peligroso de Holanda. Desde el 2019 se encuentra preso en una cárcel de máxima seguridad en Vught, desde la que sigue aterrorizando al país. Se enfrenta al Juicio Marengo, un macroproceso en el que dieciséis personas están acusadas de crimen organizado, narcotráfico y de ordenar el asesinato de decenas de personas. Las autoridades holandesas describen a Taghi como despiadado, y equiparan sus métodos con los de la Cosa Nostra italiana durante la década de los noventa del siglo pasado.

Ridouan Taghi nació en Tetuán en 1977 en una familia que tuvo diez hijos. Cuando tenía tres años, sus padres se mudaron a Vianen, en la provincia holandesa de Utrecht. No terminó el bachillerato, abandonó el colegio a los dieciséis y se unió a los Bad Boys, una pandilla de Utrecht formada por jóvenes inmigrantes. Durante los noventa tuvo algunos encuentros con la Policía al ser detenido por robo y por participar en peleas callejeras. Hacia finales de la década se alejó de los Bad Boys y se trasladó a Marruecos, donde se volvió fixer para narcos europeos; su labor consistía en poner en contacto a traficantes holandeses y belgas con productores de hachís y transportistas que pudieran llevar la mercancía a Europa.

Con los contactos que hizo en esos años, Taghi montó su propio negocio. Primero adquirió unas lanchas rápidas con las que trapicheaba hachís desde Tánger hasta Algeciras; la droga pertenecía a otras personas. Posteriormente, decidió independizarse y empezó a comprar el hachís directamente a los productores y a transportarlo con su red hasta España. De ahí lo embarcaba hacia Róterdam o Amberes, que son dos de los principales puertos de entrada para la droga que se distribuye en el norte de Europa.

Para el 2005, según las autoridades holandesas, Taghi había construido un emporio de venta de hachís. Tenía almacenes, una red de transporte y compradores en Holanda y Bélgica, y sus antiguos socios, los Bad Boys, también se dedicaban a la venta. Hacia ese año, presuntamente, empezó a traficar también con cocaína colombiana, un negocio mucho más lucrativo para el crimen organizado. Uno de los grandes logros de Taghi es que, salvo los arrestos que tuvo siendo menor de edad, logró pasar desapercibido a las fuerzas de seguridad europeas mientras montaba su imperio de las drogas.

Jefe de jefes

"Grabaron a Taghi pidiéndole a su abogado que reclutara a mercenarios de Europa del Este para que atacaran el juzgado o la prisión y lo liberaran. También hablaban sobre el secuestro de funcionarios de prisiones o sus familiares para conseguir su liberación"

Con la graduación a la cocaína, empezó una guerra entre diferentes bandas por controlar todo el mercado local. Taghi se logró imponer en el 2014 tras asesinar a los dos grandes capos neerlandeses: Gwenette Martha y Samir Bouyakhrichan en el 2014. Este último, apodado Scarface, fue ejecutado en una terraza de un centro comercial en Benahavís, Málaga. Taghi se volvió así el jefe de jefes del narcotráfico e, increíblemente, la Policía holandesa seguía sin saber quién era. Sin embargo, un año después, los agentes supieron de su existencia por casualidad. La Policía empezó a vigilar a una banda dedicada al robo de autos que operaba desde un local en un edificio en Ámsterdam. Cuando finalmente hicieron una redada en el sitio, se encontraron un centenar de armas (incluidas, nueve granadas) y un teléfono encriptado en donde aparecía el número de Ridouan Taghi. Lo empezaron a investigar con detenimiento.

Taghi continuó haciendo crecer su negocio. Las autoridades creen que en esos años se asoció con el mafioso irlandés Daniel Kinahan, con la mafia italiana y con pandillas de Europa del Este para formar un supercártel, al que se le atribuyen decenas de asesinatos. Las autoridades seguían investigándolo, y en el 2017 la Policía detuvo a uno de sus más estrechos colaboradores, llamado Nabil Bakkali. Para reducir su condena, Bakkali contó a las autoridades todo lo que sabía sobre la Mocro Mafia y es, de hecho, el testigo estrella del Juicio Marengo. Taghi enfureció y, una semana después del arresto, ordenó el asesinato del hermano de Nabil, Redouan Bakkali, quien era un empresario alejado del mundo de las drogas en el que se movía su hermano.

Desde ese día, Taghi se convirtió en el fugitivo más buscado de los Países Bajos. De hecho, se mudó a Dubái a esconderse. Compró una mansión, de la que apenas salía y que siempre tenía las cortinas bajadas, en un intento por pasar desapercibido. La Policía lo detuvo en diciembre del 2019 y le extraditó a Holanda, donde empezó el juicio, que tuvo que posponerse, primero por la pandemia y luego por el asesinato de testigos clave.

A pesar de estar recluido en una prisión de máxima seguridad, las autoridades sostienen que Taghi sigue ordenando asesinatos. Entre otros crímenes le atribuyen el asesinato del abogado de Bakkali (el principal testigo del caso) y el de Peter R. de Vries, un reputado periodista de investigación que estaba asesorando a Bakkali para su testimonio. Le pegaron un tiro en julio del año pasado, cuando salía de participar en un programa en los estudios de la televisión RTL.

Las autoridades sospechan que Taghi utiliza a sus abogados para enviar órdenes al mundo exterior. De hecho, tras el asesinato de De Vries, instalaron cámaras en la habitación en la que se reúne con su abogado –que también es su primo– para preparar el juicio. Durante una de estas reuniones, grabaron a Taghi pidiéndole que reclutara a mercenarios de Europa del Este para que atacaran el juzgado o la prisión y lo liberaran. También hablaban sobre el secuestro de funcionarios de prisiones o sus familiares para conseguir su liberación. Taghi y su entorno niegan las acusaciones, que, sin embargo, las autoridades se han tomado muy en serio; estas consideran que está desesperado y carece de escrúpulos, por lo que no descartan que intente hacer algo contra el primer ministro o contra la familia real.

España

En enero de 2020, los Mossos d’Esquadra investigaban el robo de dos cajeros automáticos en Martorell y Cerdanyola del Vallès. Los delincuentes habían utilizado un método inédito en España: introducían una mezcla de gases al cajero que, cuando se mezclaban, producían una fuerte explosión. Cuando consultaron la base de datos de Europol, se percataron de que era un método usado por la Mocro Mafia y que había robos similares en Alemania y Holanda. Los Mossos consiguieron identificar a uno de los ladrones y, tras seguirlo, se percataron de que tenía un lujoso estilo de vida y que todos los meses viajaba a Ámsterdam.

En febrero del 2021, los Mossos y la Policía Nacional montaron la Operación Tándem para investigar a este grupo, cuya labor fundamental era lavar en España los recursos de Taghi y su banda. Los agentes descubrieron que tenían empresas pantalla, con las que compraban coches de lujo, y también habían invertido recursos en negocios lícitos, como un bar en Barcelona en donde se ofrecían shishas. El pasado 13 de octubre lanzaron una serie de registros conjuntos, en Holanda y España, para desarticular la célula española. Los agentes encontraron turismos de alta gama, motos de agua, monedas de oro certificadas, dos millones de euros en efectivo en un agujero, además de armas y munición.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #301

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