La llegada de la primavera abre la temporada de cultivo de cannabis en exterior. Desde ahora y hasta el otoño, las plantas se encuentran con un clima perfecto para su desarrollo. Comprar semillas, preparar el lugar de plantación, las macetas y el sustrato son los primeros pasos que debe dar el cultivador. Una buena preparación es esencial para tener éxito.
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Las semillas son el sistema más sencillo de empezar a cultivar cannabis. Se pueden comprar por internet o en grow shops y germinan con mucha facilidad. La mayoría de los cultivadores suelen sembrar semillas de variedades diferentes para obtener varios tipos de cannabis. Además, si hay algún problema de plagas, es probable que alguna de las variedades sea más resistente y aguante mejor el ataque.
Los esquejes se obtienen cortando un trozo de rama de una planta y enraizándola para convertirla en una nueva planta independiente. La ventaja de los esquejes es que son iguales a la planta madre de la que se obtienen; en realidad, son clones con la misma genética exacta, como hermanos gemelos. Todos los esquejes obtenidos de una planta tardan lo mismo en florecer, producen hierba con el mismo aroma y potencia, comparten fortalezas y debilidades. Los esquejes son igual de buenos, o de malos, que la planta madre.
Los cultivadores comerciales prefieren casi siempre plantar esquejes para saber con antelación cómo va a ser el cannabis producido y asegurarse la jugada. En cambio, quien cultiva para el propio consumo, especialmente en exterior, a menudo prefiere el cultivo a partir de semillas para no tener que conservar plantas madre todo el año y para poder cultivar mayor variedad de genéticas.
Las semillas buenas son caras y pueden costar varios euros cada una, pero por lo general merece la pena el gasto, ya que la calidad del producto final está más asegurada. Deberemos tener en cuenta que la genética de la semilla marca la máxima calidad que podremos obtener del cultivo. Un mal cultivador puede obtener mala marihuana de una buena semilla. Pero, por muy bueno que sea el cultivador, nunca cosechará buen cannabis a partir de una genética mala.
Las semillas buenas son caras y pueden costar varios euros cada una, pero por lo general merece la pena el gasto
Las semillas que encontramos en los cogollos comerciales también sirven para cultivar, pero pueden dar algunos problemas, sobre todo si no conocemos quién es el padre. Por ejemplo, a menudo estas semillas se originan cuando una flor macho nace en una hembra y poliniza en parte la plantación. Es muy probable que esta semilla lleve también genes hermafroditas que podrían provocar que brote flores macho y vuelva a polinizar la plantación. Es mucho más seguro usar semillas de origen conocido.
Recuerda que si compras semillas regulares tendrás que secar las plantas cuando empiecen a florecer y eliminar todos los machos para mantener la plantación sin semillas. Por esta razón, las semillas feminizadas se han convertido en la opción mayoritaria: permiten despreocuparse del sexado y no se malgasta espacio en el cultivo de machos.
Las variedades más famosas lo suelen ser por sus buenos resultados y su calidad. No es necesario comprar las semillas más caras ni las que han ganado las últimas copas cannábicas, pero sí es recomendable escoger variedades conocidas de bancos de semillas prestigiosos. Los mejores criadores mantienen las variedades en catálogo durante muchos años para que podamos seguir cultivando nuestras genéticas preferidas temporada tras temporada.
Preparación del sustrato
La receta de tierra más simple es mezclar turba, perlita y humus de lombriz a partes iguales. La turba retiene el agua, la perlita aporta drenaje y aireación a las raíces y el humus de lombriz es uno de los mejores abonos orgánicos para el cannabis: es rico en nutrientes primarios y microelementos, así como una gran fuente de microorganismos. Este sustrato sirve para cultivar ecológicamente aportando solo abonos orgánicos (líquidos o en polvo), pero también para cultivar con abonos químicos de síntesis. La receta se puede alterar para adecuarla a las necesidades de cada uno: en clima muy húmedo y lluvioso o con macetas muy grandes, aumentaremos la proporción de perlita hasta el cincuenta por ciento para mejorar el drenaje. En clima seco y con macetas pequeñas, reduciremos la proporción de perlita al veinte por ciento y aumentaremos la de turba hasta el cincuenta por ciento.
La calidad del agua de riego es esencial: debe tener pocas sales disueltas y un pH entre 5,5 y 6,5
El sustrato base se puede completar con un dos por ciento, en total, de una combinación de abonos orgánicos como el guano, el polvo de huesos o de sangre, la harina de alfalfa o de algas. Es importante mezclar muy bien todos los ingredientes del sustrato antes de meterlo en las macetas y trasplantar.
Los dos tipos más frecuentes de sustratos comerciales para cannabis se llaman Light Mix y All Mix: el primero es un sustrato poco preabonado que solo lleva los nutrientes necesarios para las dos o tres primeras semanas de crecimiento, mientras que el segundo lleva muchos más nutrientes, suficientes al menos para toda la fase de crecimiento y algo de la floración. El problema del sustrato All Mix es que no se pueden germinar las semillas en él ni trasplantar las plántulas muy pequeñas, porque se pueden quemar las raíces por la cantidad de abono que contiene. Es mejor germinar y dar dos semanas de crecimiento en sustrato Light Mix antes de trasplantar a sustrato All Mix.
Macetas
Las macetas de plástico son las más comunes por su precio, poco peso y resistencia. En el cultivo exterior, lo más recomendable es comprarlas de color blanco para que el sol no las recaliente, sobre todo en verano, algo que daña las raíces y dificulta su desarrollo. Algunos cultivadores introducen la maceta con la planta dentro de otra maceta del mismo tamaño para que quede una capa de aire entre las dos que aísle aún más el sustrato del calor y lo mantenga fresco.
El suelo de baldosas de terrazas y balcones puede calentarse demasiado por efecto del sol y trasmitir ese calor a la maceta. Esto se evita colocando cada tiesto encima de un trozo de corcho, madera o similar que haga de aislante.
Agua
La calidad del agua de riego es esencial: deberá tener pocas sales disueltas y un pH entre 5,5 y 6,5. Si el agua del grifo es muy alcalina, las plantas no se alimentarán bien. Usaremos agua de un filtro de ósmosis inversa, de lluvia o destilada, y, si no tenemos suficiente para usarla en exclusiva, la emplearemos para diluir el agua del grifo y mejorar así su calidad.