Invertir el fotoperiodo
Mantendremos las luces encendidas cuando fuera es de noche y apagadas durante el día. De este modo evitamos que el calor del sol y el calor de las lámparas recalienten el cuarto de cultivo al mismo tiempo. Durante la noche, las temperaturas son siempre más bajas que durante el día, por lo que el calor de las lámparas no lleva la temperatura del cultivo a niveles tan altos. Este truco es absolutamente esencial en cualquier circunstancia, tanto si disponemos de aire acondicionado como si no, ya que ahorramos energía y mantenemos la temperatura mucho más estable.
Durante la fase de crecimiento, como el fotoperiodo más habitual es 18/6, intentaremos que las lámparas se apaguen en las seis horas de más calor, desde las 12 h hasta las 18 h, por ejemplo. En floración, ajustaremos el fotoperiodo en función del momento que prefiramos dedicarnos al cuidado de las plantas. Si queremos ocuparnos por la mañana, apagaremos las luces desde las 11 h hasta las 23 h, y si queremos hacerlo por la noche, las apagaremos de las 9 h a las 21 h.
Cambio a lámparas de LED
La iluminación con sistemas de diodos o LED produce mucha más luz y mucho menos calor que las lámparas de alta presión. Con 400 W de LED podremos tener la misma cantidad o más de luz aprovechable para las plantas con mucho menos calor y un ahorro energético del 33%. Las lámparas LED son caras y requieren un desembolso inicial mayor que las de sodio, pero el ahorro eléctrico y la reducción de las necesidades de ventilación y refrigeración permiten amortizarlas en poco tiempo. Además, su vida útil es mucho más larga que la de las bombillas de sodio y pueden durar muchos años sin perder eficiencia.
Los balastros: fuera de la sala de cultivo
Una buena parte del calor generado por las lámparas (especialmente, las de alta presión, pero, hasta cierto punto, también las de LED) lo producen los balastros o fuentes de alimentación. Si los colocamos fuera del cuarto de cultivo alargando los cables que los unen a las luminarias, reducimos el calor que se emite en su interior, la temperatura no subirá tanto y las necesidades de refrigeración bajarán. En general, todos los aparatos eléctricos generan calor en mayor o menor medida, por lo que hay que intentar sacar fuera del cuarto de cultivo todos aquellos que no sea imprescindible que estén dentro.
Aumento de la humedad
"En general, a 30 ºC la humedad debe ser del 10 al 15% más alta que a 25 ºC"
Las plantas soportan mucho mejor las temperaturas más altas si la humedad ambiental también es mayor. Cuanto mayor es la temperatura, mayor debe ser la transpiración de las plantas para mantenerse frescas. Cuando nosotros sudamos o las plantas transpiran, se evapora agua de nuestra piel o de la superficie de sus hojas. Este proceso requiere una energía que se retira del aire y baja la temperatura. Si la temperatura es muy alta y la humedad ambiental es demasiado baja, la transpiración se acelera tanto que las plantas se estresan mucho. En cambio, si la humedad sube proporcionalmente a la temperatura, aguantan mucho mejor el calor.
En la fase de crecimiento, por ejemplo, con una temperatura de 24 ºC el grado de humedad relativa debe estar entre 50 y 60%, pero si la temperatura es de 30 ºC la humedad relativa recomendada es entre 65 y 70%. Elevando la humedad para adecuarla a la temperatura, reducimos el estrés que sufren las plantas. En general, a 30 ºC la humedad debe ser 10-15% más alta que a 25 ºC.
Consulta la tabla de déficit de presión de vapor o VPD y, si no puedes bajar la temperatura hasta el nivel óptimo, al menos aumenta la humedad para que el VPD se mantenga en el rango adecuado a la fase en la que estén las plantas: plántulas jóvenes, entre 0,4-0,8; final de la fase de crecimiento y principio de la floración, entre 0,8-1,2, y final de la floración, entre 1,2-1,6. Evitaremos siempre que el nivel baje de 0,4 o suba de 1,6.
Suplemento de CO2
El dióxido de carbono o CO2 es el principal nutriente para las plantas. Lo toman del aire y de él sacan el carbono que usan para sintetizar los hidratos de carbono que aportan la energía que consumen todas las células. Actualmente, el nivel de dióxido de carbono en la atmósfera es de 400 ppm, pero las plantas pueden usar mucho más, hasta 1.500 ppm. Cuando elevamos el nivel de dióxido de carbono en el cuarto de cultivo también aumenta la temperatura óptima para el desarrollo de las plantas y la velocidad de crecimiento y producción de cogollos.
Las plantas en interior consumen muy rápidamente el CO2 disponible, por eso es necesario mantener un extractor siempre en marcha para que vaya sacando el aire caliente y pobre en CO2 y lo renueve por aire fresco rico en CO2. El problema en un cuarto de cultivo con aire acondicionado es que al renovar el aire también estamos desperdiciando la energía utilizada en refrigerarlo.
Sin embargo, si en lugar de poner un extractor colocamos un generador de CO2 que mantenga estable el nivel de dióxido de carbono, evitamos este desperdicio de energía. Si, además, elevamos el nivel de CO2 hasta 1.000 ppm, en lugar de las 400 ppm que hay de forma natural en la atmósfera, logramos que las plantas estén mejor a 29-30 ºC que a 25 ºC, por lo que el gasto en refrigeración se reduce enormemente.
Hay varias formas de añadir CO2 al cuarto de cultivo, las más eficientes son los generadores que producen el dióxido de carbono quemando gas butano y las bombonas de CO2. Ambas requieren de un controlador que mida la cantidad de CO2 que hay en el ambiente y, cuando descienda por debajo del nivel fijado, ponga en marcha el quemador o abra la espita de la bombona de CO2.
Aire acondicionado
Un acondicionador de aire es la solución ideal para el calor, pues nos da absoluto control de la temperatura del cuarto de cultivo. Solo hay que marcar los grados deseados y el aparato los mantendrá contra viento y marea, aunque a costa de consumir mucha energía eléctrica. Esta razón es la que más preocupa a los cultivadores que dudan si poner o no aire acondicionado para las plantas. La respuesta, como casi siempre, depende de muchos factores. Si se puede cultivar cannabis suficiente para nuestro consumo en los meses de invierno, probablemente podemos pasar del aire acondicionado; pero si estamos leyendo este artículo, seguramente necesitaremos hacer una cosecha en verano y tenemos problemas con el calor.
Mi consejo es leer bien todos los trucos y técnicas que explicamos y ver si, aplicándolos, se puede mantener la temperatura en un nivel adecuado. Si no es así, es necesario aire acondicionado, pero antes de echarse las manos a la cabeza pensando en la factura de la luz, deberemos tener en cuenta que el consumo puede reducirse mucho si hacemos las cosas bien. Encenderemos las luces por la noche para evitar las horas más calurosas, suplementaremos CO2 para subir la temperatura óptima de cultivo y aumentaremos la humedad para mantener el VPD en un nivel correcto.
"Cuando elevamos el nivel de dióxido de carbono en el cuarto de cultivo, también aumenta la temperatura óptima para el desarrollo de las plantas"
La regla general, cultivando con lámparas de alta presión, dice que se requieren 1.500 W/h (1.300 frigorías/hora) de refrigeración por cada 1.000 W de iluminación para mantener la temperatura controlada en verano. En realidad, esta cifra es demasiado genérica, ya que las condiciones concretas de cada cuarto de cultivo varían mucho en función de su tamaño, si las paredes reciben sol directo, si están o no bien aisladas del exterior, etc. Una pared orientada al sur recibe sol casi todo el día y es capaz de elevar en varios grados la temperatura del indoor. Se puede eliminar este problema recubriendo la cara interior de la pared con un material aislante como corcho o lana de roca para minimizar la transmisión de calor.
El tipo de acondicionador de aire también tiene un gran impacto en la factura energética. No es lo mismo un sistema split con tecnología inverter de última generación y etiqueta de eficiencia energética A+++, que un viejo acondicionador de aire portátil con etiqueta energética A. Los aires acondicionados portátiles son muy populares entre los pequeños cultivadores porque no son muy caros y no requieren instalación, solo hace falta sacar por la ventana el tubo de extracción del aire caliente. El problema es que no son muy potentes ni muy eficientes.
Otro de sus grandes inconvenientes es que para eliminar el calor lo expulsan al exterior mezclado con aire del interior, que ya habían enfriado previamente, por lo que buena parte de la energía empleada en refrigerar se acaba malgastando. Por otro lado, ese aire que toman del interior y expulsan fuera huele a cannabis y puede llamar la atención de los vecinos. Hay algunos portátiles, pocos, que cuentan con dos tubos de ventilación, uno de entrada y otro de salida, y usan aire de fuera para refrigerar el aparato y extraer el calor al exterior. Estos portátiles son algo más eficientes y eliminan el problema del olor.
Los aires acondicionados más habituales y, en general, más eficientes son los sistemas split, que cuentan con una unidad en el exterior y otra en el interior. Entre ambas hay unos tubos de comunicación por los que circula el gas refrigerante. Se comercializan en una gran gama de potencias, precios y eficiencias, pero siempre requieren ser instalados por un profesional especializado. Por esta razón es conveniente instalarlos antes de montar el cuarto de cultivo.
Coste energético
Muchos cultivadores se fijan solo en el desembolso inicial que deben hacer para comprar el acondicionador de aire y no tienen en cuenta otros factores esenciales, como su eficiencia energética o las condiciones de la sala de cultivo. Un buen aparato puede ahorrar del 30 al 50% del consumo eléctrico con la misma capacidad de refrigeración respecto a uno poco eficiente. Pero el coste de la energía se puede reducir mucho más aplicando otras medidas, como aumentar el aislamiento térmico de la sala de cultivo. Recubriendo las paredes con un trasdosado de placas de yeso (pladur), relleno de placas aislantes de lana de roca, se reduce mucho el calor que entra desde el exterior y el ruido que sale del cuarto de cultivo. Es un trabajo algo pesado pero se ahorra mucho dinero a largo plazo. Una solución similar y de instalación mucho más simple consiste en recubrir interiormente las paredes que más sol reciben exteriormente con algún material aislante como láminas de corcho natural o de poliestireno expandido (corcho blanco).
Es indudable que cultivar en verano y con aire acondicionado requiere más energía que hacerlo en invierno sin refrigeración, pero si se aplican todos los trucos y técnicas explicados en este artículo y se instala un acondicionador con buena eficiencia energética, el consumo de electricidad puede reducirse fácilmente en un 60%.