Hace unas semanas ayudaba a un amigo a diseñar su nuevo cuarto de cultivo y hablábamos de cómo gestionar el problema del olor. A él le gustan mucho las variedades de aromas intensos, de las que apestan a distancia, y ya había tenido problemas en ocasiones anteriores cuando algunos vecinos se habían quejado. Aunque los primeros años usaba la extracción de aire para mantener la temperatura controlada, el murmullo constante del ruido del extractor le molestaba y hacía tiempo que había cambiado al sistema de cuarto hermético. Con este sistema no hace falta poner extracción, ya que sus dos objetivos, controlar la temperatura y renovar el CO2 del aire, se logran por medio de un aire acondicionado y un generador de CO2. Como no saca aire al exterior, hay menos problemas con el olor, pero algunos hay, y no son tan fáciles de resolver. Veremos cómo hacerlo. Pero, antes, veamos algunas características del olor del cannabis.
Olor y volatilidad
La resina del cannabis está compuesta, principalmente, de terpenos y cannabinoides. Los terpenos son moléculas aromáticas bastante volátiles, es decir, que se evaporan con facilidad. Los terpenos son los principales responsables del aroma del cannabis, ya que los cannabinoides apenas huelen. La distinta combinación de terpenos presentes en la resina de cada planta es la que crea el olor particular de una variedad.
No todos los terpenos son igual de volátiles: hay algunos que se evaporan a temperaturas muy bajas y, por tanto, se volatilizan con una gran facilidad, mientras que otros necesitan mucho más calor y no se evaporan hasta que alcanzan altas temperaturas. Los terpenos volátiles son los responsables del olor de la marihuana fresca pero, en su gran mayoría, se pierden durante la floración y el secado, por lo que no están presentes, o lo están en cantidades mucho más pequeñas, en los cogollos secos. Los terpenos menos volátiles no se evaporan tan fácilmente, por lo que permanecen en la resina durante la floración y se mantienen casi intactos durante el secado. Una vez los cogollos están secos y han perdido los terpenos más volátiles, se empieza a percibir el aroma de los menos volátiles. La distinta volatilidad o facilidad para evaporarse de algunos de los terpenos del cannabis explica la diferencia entre el olor del cannabis fresco y seco.
El sistema antiolor clásico
"En un cuarto con presión negativa, el único aire que sale al exterior es el que pasa por el filtro de carbón y, por tanto, ya no huele"
La mayoría de los cultivadores de cannabis usan un extractor para sacar el aire caliente del cuarto de cultivo y le conectan un filtro de carbón activo para eliminar cualquier rastro de olor del aire antes de que salga al exterior. Algunos, para estar más seguros de que el aire sale completamente inodoro, incluso combinan generadores de ozono y carbón activo para lograr más efectividad. Cuando se usan estos dos sistemas juntos, es recomendable aplicar primero el ozono y luego pasar el aire por el carbón activo. De este modo se elimina el peculiar olor picante y metálico del ozono, que también reconocen ya todos los ladrones de plantas.
El sistema clásico resuelve bastante bien el problema del olor pero tiene otras desventajas, como lo difícil que es controlar bien el clima (humedad y temperatura) del interior. Por ejemplo, cuando hace mucho calor y la extracción debe funcionar constantemente, la humedad puede bajar en exceso. En invierno, el extractor funciona poco porque no hace tanto calor, pero puede faltar la renovación suficiente del aire como para mantener estable la cantidad de CO2.
Cultivo hermético
Los cuartos de cultivo herméticos tienen la ventaja del control total del clima, pero la desventaja de que el intenso olor de las plantas en floración se va acumulando en el cultivo y se filtra fácilmente al exterior por cualquier rendija del cuarto o cada vez que se abre la puerta. En entornos donde no hay viento, como en el interior de un edificio, el olor puede permanecer mucho tiempo y ser fácilmente identificable. Pero ¿cómo se trata el olor sin extracción?
Algunos cultivadores que usan cuartos herméticos incluyen en el diseño un pequeño extractor con un filtro de carbón. En realidad este extractor se carga el concepto de cuarto hermético pero, como es de pequeña potencia, no altera demasiado el clima ni la temperatura y genera un sistema de presión negativa que impide la salida de olores.
Presión negativa
En los cuartos clásicos de cultivo que se refrigeran por extracción, todo el aire expulsado por el extractor debe reemplazarse por nuevo aire que entra al cuarto de cultivo de forma activa, con un extractor colocado al revés y que actúa como intractor, o de forma pasiva, es decir, absorbido por la presión negativa a través de cualquier agujero o rendija que haya en el cuarto.
En los cuartos de interior que cuentan con extractor e intractor es muy importante que el intractor nunca sea más potente que el extractor, pues, si así fuera, el exceso de aire introducido en el cuarto de cultivo generaría una presión positiva y tendería a salir por cualquier rendija que encontrara y arrastraría con él olor a marihuana. En cambio, si el intractor es algo menos potente que el extractor, se genera una presión negativa en el cuarto de cultivo que hace que el aire entre por las rendijas en lugar de salir, por lo que se evita que salga aire oloroso sin filtrar. En un cuarto con presión negativa, el único aire que sale al exterior es el que pasa por el filtro de carbón y, por tanto, ya no huele.
El problema de abrir la puerta del ‘indoor’
Es muy habitual que, cuando las plantas están en plena floración, el aire del cuarto de cultivo esté tan cargado de olor que, por el solo hecho de abrir la puerta para entrar a regar o a ver las plantas, el aroma se cuele al resto de la casa o, incluso, a las zonas comunes del edificio, donde podría ser detectado por los vecinos. Algunos cultivadores colocan una cortina por el lado interior de la puerta del cultivo para entrar y salir sin generar corrientes de aire que esparcen el aroma. Aunque tiene cierta efectividad, este sistema no detiene todo el olor y siguen produciéndose fugas.
Otro sistema muy empleado consiste en colocar por fuera del indoor un bote de algún producto para disimular los olores o un pequeño generador de ozono con el mismo objetivo. El problema de los productos antiolor es que dejan un aroma muy particular que mucha gente conoce, especialmente los ladrones de plantas. El ozono, por su parte, no tiene problema si se aplica al aire en el tubo de extracción pero, como respirarlo es perjudicial para los pulmones, no conviene usarlo en zonas donde haya personas o mascotas.
El ozono tampoco se debe usar dentro del cuarto de cultivo. Al fin y al cabo, la molécula de ozono (O3) se caracteriza por la facilidad con la que se suelta el tercer átomo de oxígeno y se une a cualquier molécula orgánica y la oxida. El ozono no distingue entre las moléculas que flotan en el aire de aquellas que están en las glándulas de resina, por lo que puede reducir el aroma de las plantas.
‘Scrubbing’, la nueva técnica antiolor
"Un scrubber es un filtro de carbón activo conectado a un extractor, pero no conectado al exterior"
Buscábamos un sistema para evitar la fuga de olor del cuarto hermético pero sin tener que instalar un extractor (ni siquiera uno pequeño), ya que mi amigo no tiene una ventana discreta por donde poder sacar el aire y no quiere que los vecinos vean un tubo sacando aire por su ventana. No pudiendo sacar el olor fuera, pensamos en fórmulas para eliminar la carga de olor del ambiente y reducir la cantidad de moléculas aromáticas presentes en el aire. Pensando, pensando acabamos encontrando un sistema bastante bueno que permite eliminar, o al menos reducir notablemente, el olor del aire del cuarto de cultivo sin afectar al aroma de las plantas y sin dañar la salud del cultivador con concentraciones peligrosas de ozono. La técnica se basa en reducir la cantidad de moléculas aromáticas que hay en el aire por medio de un scrubber, que no es otra cosa que un filtro de carbón activo (también se pueden añadir otros filtros en línea para obtener una mayor purificación del aire) conectado a un extractor, pero no conectado al exterior. Nada especial, diréis, eso es lo que hacemos todos con la extracción. La diferencia es que en este caso vamos a poner un filtro y un extractor, pero que no van a sacar el aire fuera. En el scrubber, el aire pasa por el carbón, donde se limpia de olores, y vuelve al cuarto de cultivo. Esta sencilla operación va eliminando olor del aire sin afectar a las plantas.
Como los terpenos de la resina se van evaporando continuamente, nunca se elimina por completo todo el olor, pero sí se reduce muchísimo su intensidad. El scrubber se puede colgar del techo o se puede poner en vertical sobre el suelo. Lo recomendable es colocar el extractor de manera que chupe el aire a través del carbón, porque así la capa exterior de espuma que recubre el filtro atrapa las partículas más grandes y el polvo, evitando que ensucien el carbón y alargando su vida útil. Pero también puede hacerse al revés,: haciendo que el extractor empuje el aire desde dentro del filtro hacia fuera. Este segundo sistema permite introducir un generador de ozono entre el filtro y el extractor, de manera que el aire primero se ozonice y luego pase por el carbón (donde se eliminará el ozono restante para que no salga al cuarto de cultivo y afecte a las plantas o al cultivador).
Este sistema se puede usar también en cuartos de cultivo que ya estén equipados con un sistema normal de extracción y filtro de carbón, y se obtienen dos importantes ventajas: en primer lugar, el filtro de carbón de la extracción que sale al exterior dura mucho más, al menos el doble, pues gran parte de los terpenos son atrapados por el scrubber y no saturan el filtro de extracción; la segunda ventaja es la eliminación casi completa del aroma a cannabis en el cuarto de cultivo, por lo que el riesgo de fugas olorosas al resto de la casa o el edificio se reduce considerablemente.