Tiempo de germinación
Si las semillas están bien frescas suelen salir en tres o cuatro días, aunque depende de muchas cosas. Sobre todo influye cuánto tiempo tengan las semillas y cómo se hayan conservado, o sea que sí: puede que los dos años en el cajón sean los responsables de que las semillas no hayan brotado.
Si lo pensamos bien, una semilla es algo muy alucinante. Es un embrión vivo y germinado que se ha puesto en pausa a la espera de que se den las condiciones adecuadas para que despierte, crezca y se desarrolle. Las plantas han desarrollado un sistema de reproducción extremadamente sofisticado, pero que también tiene sus limitaciones. Según las especies, hay semillas que duran viables pocos meses y otras que pueden aguantar muchos años. El cannabis es una planta cuyas semillas tienen una duración bastante larga, aunque depende mucho de las condiciones de almacenamiento. Son tres los factores que hacen que la semillas envejezca: el calor, el oxígeno y la humedad. En la medida en que protejamos las semillas de estos elementos, su viabilidad se alarga en el tiempo. En un recipiente hermético y sellado, dentro de una nevera, pueden durar perfectamente tres o cuatro años con una viabilidad casi total. Pero en un cajón, donde en verano las temperaturas son mucho más altas que en invierno, expuestas al aire y a la luz, pueden perder su vitalidad en cuestión de un año.
Las semillas más viejas tienen más probabilidades de fallar y no llegar a germinar pero, incluso las que germinan, siempre tardan más en hacerlo, pudiendo llegar a necesitar dos semanas en abrirse y crecer hasta salir a la superficie. Una forma de acelerar un poco y aumentar las probabilidades de que germine una semilla vieja es dejarla entre 12 y 24 h en agua antes de plantarla. De este modo nos aseguramos de que se hidrate adecuadamente. También es importarte no sembrarlas a mucha profundidad, pues si tiene poca energía disponible no será capaz de atravesar una capa gruesa de tierra. Con plantarla a medio centímetro de profundidad es suficiente. La tierra debe permanecer húmeda todo el tiempo, aunque no empapada: poca agua impide la germinación y demasiada humedad favorece la aparición de hongos y pudriciones. Normalmente, las que no han nacido en dos semanas ya no suelen hacerlo pero, por si acaso, nunca está de más esperar otra semana y, si siguen sin nacer, plantar nuevas semillas.