¿Por qué has decidido titular tu nuevo libro Ayahuasca entre dos mundos?
Porque la ayahuasca, que hace no mucho estaba confinada a ciertas minorías amazónicas, en las últimas décadas ha atraído la atención de los occidentales, y en este libro he puesto mi mirada en esa transición que va de las tradiciones médicas locales a las reformulaciones occidentales. A ciudades como Iquitos llegan cada año miles de personas buscando una experiencia con esta medicina. Y ese encuentro no se limita a que alguien, el chamán, le sirva ayahuasca a otro, el occidental. Cuando te detienes a analizar esas relaciones que se establecen descubres el trasfondo social, político y económico. Por eso digo que Ayahuasca entre dos mundos es una alegoría sobre la globalización tanto como una explicación de chamanismo, porque vemos a Occidente expandiéndose, tragando a las sociedades más sencillas en su economía de mercado, en su moral, y en este caso la ayahuasca es el punto de contacto.
¿No crees que de alguna forma tu propia vida transita entre dos mundos, o varios, quizás como sucede con la ayahuasca en tu libro?
Un poco, porque me he volcado en el estudio de las sociedades amazónicas, que admiro profundamente, y participo un poco de su cotidianidad, pues vivo en una comunidad indígena. Pero la prueba más evidente de que sigo en el mundo occidental es que estamos haciendo esta entrevista porque he sacado un libro por crowdfunding. No reniego de Occidente, ni mucho menos, pero desde que comprendí que había otra forma de vivir diametralmente opuesta, he sido capaz de tomar cierta distancia: no somos el no va más, aunque nos lo creamos.
“Si adaptarse es ganar, entonces el chamanismo ayahuasquero se ha adaptado de manera adecuada a la globalización, y de esta forma, al contrario que numerosas prácticas locales en desuso, va a continuar”
Como muestras en tu libro cada día crece el turismo ayahuasquero, especialmente de personas de origen urbano, de ciudades de Europa y Estados Unidos. Algo así sucedió luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando muchos jóvenes después de las barbaries de la guerra y su incertidumbre existencial salieron en estampida al encuentro con el LSD y otras sustancias, ¿crees que tiene que ver con una búsqueda para paliar la confusión, la desazón, la inseguridad de la vida que no hemos logrado resolver?
Sí, creo que nuestra sociedad está basada en la insatisfacción de las personas, porque lo con la insatisfacción se puede mantener funcionando la maquinaria producción-consumo que mueve el mundo. Paradójicamente nuestro sistema promete el bienestar espiritual a través de las adquisiciones materiales, lo cual es absurdo. La ayahuasca se ha demostrado una herramienta muy útil para luchar contra la epidemia de insatisfacción que afecta a Occidente: depresión, ansiedad, adicciones. Por eso la gente la busca. Y creo que su eficacia radica en que permite entender a las personas lo que es fundamental y lo que no. Tu familia es fundamental, tu teléfono móvil no.
Como es bien sabido en el capitalismo todo se torna una mercancía, el oficio del médico, el arte rebelde y underground, las fotos del Che Guevara, la educación, todo, también la ayahuasca. ¿Crees que la ayahuasca como mercancía puede ayudar a algunos indígenas a aliviar sus problemas económicos?
El conocimiento relacionado con la ayahuasca es el único que ha permitido a los nativos acceder a la economía de mercado en una posición ventajosa. Por primera vez hay indígenas ricos a partir de un saber propio. Cuando cuento esto muchos occidentales se llevan las manos a la cabeza, hablan de profanación, de avaricia, les parece triste, el colmo de la indecencia. A mí me parece admirable, porque los indígenas lo tienen muy difícil para conseguir dinero y su bosque, en franco deterioro, ya no provee como antes, así es que el dinero hace falta. No tengo ningún problema con el negocio de la ayahuasca siempre y cuando no sea una estafa. Sin embargo, dudo que el negocio de la ayahuasca pueda aliviar los problemas económicos de “los indígenas”, en general. Es una actividad con una repercusión relativamente pequeña en el conjunto de la economía amazónica.
Y específicamente sobre todos los intermediarios comerciales no indígenas de la ayahuasca (agencias de turismo, guías turísticos, chamanes gringos), ¿están comercializando las técnicas indígenas en salud, convirtiendo la ayahuasca en simple objeto mercantil de consumo, o es una apertura para que la humanidad acceda a tratamientos alternativos como afirman algunos?
Depende de los casos. Conozco chamanes gringos que son muy respetuosos con su trabajo y conscientes de los problemas de la mercantilización. Conozco indígenas que se han metido en esto por dinero y no tienen problema en sacarle la plata a los gringos. Hay guías turísticos charlatanes y otros que saben muy bien de lo que hablan. Es muy difícil generalizar. Pero es obvio que solo a través de la comercialización la ayahuasca ha llegado a todos los rincones del planeta, y mucha gente se ha sentido aliviada de sus males. En mi opinión no se trata de cuestionar el negocio puntual de la ayahuasca sino de cuestionar el Negocio, en mayúsculas, en que se ha convertido el planeta, eso que se ha venido a llamar globalización.
Y con la globalización, ¿qué ha perdido y qué ha ganado el chamanismo ayahuasquero?
Si adaptarse es ganar, entonces el chamanismo ayahuasquero se ha adaptado de manera adecuada al contexto de la economía de mercado, o sea, a la globalización, y de esta forma, al contrario que numerosas prácticas locales en desuso, va a garantizar su continuidad. Lo que se está perdiendo a pasos agigantados es el contexto sociocultural en el que nació este chamanismo ayahuasquero: de igualdad social, autonomía productiva, equilibrio con la naturaleza. Se lo está comiendo el Monstruo Voraz.
Y la popularización de la ayahuasca más allá del Amazonas, ¿qué le puede aportar al mundo?
No creo que suponga una aportación notable a la dinámica general. La ayahuasca ocupa un espacio “alternativo” en nuestra sociedad, y esos espacios alternativos siempre han existido, siempre existirán y nunca dejarán de ser eso, alternativos, minoritarios, válvulas de escape más que motores de cambio.
Vives en una comunidad indígena desde hace diez años. Sin embargo, no has dejado de tener un contacto estrecho con el mundo urbano. Con la visión privilegiada del que vive entre dos mundos, ¿cómo ves Occidente? ¿Qué crees que puede encontrar una persona que vive en Bogotá o en Madrid y decide iniciarse en el uso de la ayahuasca?
De manera generalizada veo a la gente de las ciudades estresada e insatisfecha, y muy aislada e incomunicada, pese, paradójicamente, a los medios de comunicación. Las familias son cada vez más frágiles y disgregadas, una dinámica muy difícil de vencer porque la gente no considera que esto suponga un problema, ya que es la norma. Donde yo vivo hay problemas, no es paradisíaco, ni mucho menos, pero desde luego no hay estrés ni insatisfacción, la gente es tranquila y alegre, pese a todo. Las familias son extensas y conviven varias generaciones. Ahora bien, no creo que el mero hecho de tomar ayahuasca pueda alterar ese contexto en el que vivimos, pero si puede darte una visión externa que te permita aguantar el temporal.
¿Quiénes crees que garantizarán el cuidado y preservación de la ayahuasca en el futuro?
Como la ayahuasca se ha convertido en una planta con un valor monetario creciente han aparecido numerosas plantaciones en distintas regiones de la selva amazónica, con el fin de satisfacer la demanda en todo el mundo. Así es que la preservación de la ayahuasca como especie estará garantizada mientras tenga un valor económico que haga deseable su siembra. Otra cosa es su preservación en estado silvestre: alrededor de estos centros productores, como Iquitos, hay extensas regiones de selva en las que se ha sacado todo lo que había. Cada vez es más difícil encontrarla en estado silvestre. Otro golpe más a la biodiversidad de la selva.
¿A qué personajes actuales del mundo público los invitarías a tomar ayahuasca y para qué?
Hace ya tiempo decidí que nunca invitaría a nadie a tomar ayahuasca, porque no creo que sea una experiencia para todo el mundo, y se debe llegar a ella siguiendo un llamado interior, por decirlo de alguna manera. Pero puesto que tu pregunta es meramente hipotética, mi respuesta también lo será. Le daría ayahuasca a los sujetos que en estos momentos, desde lujosos despachos, están promoviendo y ordenando la muerte y la destrucción en Siria. Tengo curiosidad por saber si la experiencia les haría arrepentirse de su conducta criminal o si, al contrario, les daría argumentos más poderosos para continuar la atrocidad.