¿Alguien recuerda Crash, la película de Paul Haggis que llevó el óscar como la mejor del 2004? Este film, mediocre y ramplón, del guionista de Million Dollar Baby, se suele poner de ejemplo de lo mal que funcionan los premios Óscar, donde importa más la campaña previa, el gusto conservador y los intereses comerciales entre grandes compañías que la supuesta calidad cinematográfica. Green Book, Shakespeare in Love y The King Speech son otros ejemplos de este tipo de gusto, por lo menos dañino, que perjudica a los films finalistas, que igual en otras circunstancias hubieran ganado. Son películas que, a lo mejor, uno pilla una tarde tonta y entran, pero que dejan poco o ningún poso. ¿Tenemos algún Crash en el mundo de los videojuegos? Es decir, ¿videojuegos que la crítica puso en un altar en su año pero que ahora nadie recuerda?, ¿juegos injustamente ensalzados pero a los que ningún crítico se acercaría ahora con un palo?
Como no estamos aquí para leerle la cartilla a nadie, lo que vamos a hacer es repasar los últimos cinco años del “juego del año” que hemos ido trayendo a la revista Cáñamo. Si vamos a ser críticos, seamos autocríticos. El firmante de los artículos que sea responsable de sus propias palabras. ¿Llegaremos al punto de denunciar nuestra propia impericia o sucumbiremos al autoengaño? Bueno, esto es algo que el lector deberá decidir. Si nos sigue, sabrá que tenemos ciertas filias (FromSoftware) y ciertas fobias (los videojuegos sobre deportes), por lo que ya intuirá cierto sesgo. Curado de esos males, podrá al menos tratar de dirimir si merece la pena rescatar del olvido alguno de estos títulos si en su momento no los vio venir.
2018: ‘Into the Breach’ y ‘Celeste’
Los independientes se imponen
Aunque hubiera bombazos en el mainstream del 2018, como Red Dead Redemption 2, God of War y Marvel’s Spiderman, titanes de la anterior generación de consolas, ese año nos apeteció alejarnos de los grandes juegos y dedicar un juego del año a los “pequeños grandes juegos”. Desde nuestra humilde perspectiva, y sin quitarle mérito alguno a estos tres juegazos (bueno, Red Dead Redemption no nos gusta nada, perdón), pensamos que lo más puntero e interesante llegó desde el indie. Destacamos sobre el resto Into the Breach (Subset Games) y Celeste (Matt Makes Games). ¿Aguantan el paso del tiempo? Sí, sin duda ninguna. Más Into the Breach que Celeste, pero esto es una cuestión muy personal. Aunque ambos juegos son exigentes en su estilo –la estrategia por turnos y las plataformas–, Celeste tiene un pico de dificultad (nunca mejor dicho en una historia que trata sobre una chica que escala una montaña) por el que no estamos dispuestos a volver a pasar. Sea cual sea el que se prefiera, ambos son dos muestras de cómo la aparente sencillez encierra una complejidad enorme tanto en lo técnico como en la parte de la jugabilidad. Además, Celeste se hizo con el corazón de mucha gente por la tierna historia de superación que nos trasmiten tanto su narrativa como las mecánicas del juego. Cualquiera al que le guste el medio más allá de los gráficos debería tener una copia de estos dos. El tiempo no solo no les ha maltratado, sino que les sienta genial.
Pero, si hablamos de maltrato, podríamos citar el que tuvo Return of the Obra Dinn (Lucas Pope), otro titán independiente que surgió del frío de diciembre el mismo día que se lanzó Red Dead Redemption 2, quedando sepultado por la fama de los vaqueros de Rockstar. Este fue el motivo por el que no entró en la lista de lo mejor del 2018 (lo metimos en la del 2019), en la que tenía que haberse colado de pleno derecho, pues no solo es un diez en cuanto a la originalidad de su propuesta, sino que ha demostrado que, cinco años después, su sombra ha inspirado a otros independientes para desarrollar juegos de “detectives” con puesta en escena poco convencional.
Sacaríamos de la lista de ese año The Garden Between (The Voxel Angels), juego que nos gustó, pero del que ya nadie se acuerda y que, todo sea dicho, tampoco fue gran cosa. Mantendríamos a The Red Strings Club (Deconstructeam), pero no lo hemos vuelto a jugar y es dudoso que lo volvamos a hacer, pese a que sigue vigente su propuesta narrativa.
2019: ‘Sekiro: Shadows Die Twice’
FromSoftware siempre acierta dos veces
En el 2019 tuvimos una cosecha excelente tanto en lo comercial como en lo independiente. Nuestro favorito fue Sekiro: Shadows die Twice (FromSoftware), seguramente el juego que ya, por fin, colocó a la empresa japonesa responsable de la saga Dark Souls en boca de todo el mundo y pavimentó el camino del éxito comercial de Elden Ring en el 2022. ¿Aguanta? Desde luego. Sigue siendo uno de los mejores productos de FromSoftware (pese al pequeño nivel del veneno) y lo seguirá siendo. Combates frenéticos y exigentes son las señas de identidad, pero el trasfondo narrativo en ese mundo fantástico del Japón medieval sigue siendo una delicia.
Si tenemos que hablar del punto comercial y favorito del fan del 2019, hay que irnos a Hideo Kojima y Death Stranding. Pese a que en ese año ya nos pareció increíble, no tanto por su historia como por su mundo de juego y la jugabilidad, llegó unos meses antes de que nos metiéramos todos en casa porque una pandemia mundial cayó como una losa. Death Stranding fue un bálsamo que parecía surgido de la pesadilla de una distopía trumpista, cuando las redes sociales y las fake news han producido más daño del que nunca hubiéramos imaginado. El producto de Kojima maneja una retórica de encuentro, reconciliación y tender puentes. El bebé del juego es ya parte del imaginario del jugón y Norman Reedus, la cara del protagonista, será recordado más por esto que por The Walking Dead.
Pero es que el 2019 fue muy, demasiado, bueno, y se percibe aún más pasado el tiempo. En este año salieron Sayonara Wild Hearts, Control, Ape Out, Baba is You, Gears of Wars 5, Slay the Spire (la versión definitiva), Disco Elyseum y Outer Wilds, entre muchos otros. Si descartamos Gears of Wars 5, tal vez el más convencional, cualquiera de los otros sigue manteniéndose. Elija usted su preferido. Nosotros nos quedamos con Control, Ape Out y Slay the Spire, pero es que todos son gigantescos.
2020: ‘Hades’
El infierno vino a salvarnos
En realidad, el 2020 no estuvo tan mal, al menos en los videojuegos. Fuera, en el mundo real, la cosa fue bien distinta: ¿os acordáis de la COVID-19? Fue un buen año para jugar, pues fue el momento de desconectar mediante la ficción de una realidad aplastante, pero no favoreció que hubiera títulos tan importantes. Es cierto que Kentucky Road Zero, A Short Hike, Gears Tactics, X-Com: Chimera, Ghost of Tsushima, Dicey Dungeons y Ori and the Will of the Wisps vinieron a cubrir el hueco del desastre, pero a todas luces fue insuficiente si se comparaba con los dos años anteriores. Vino a salvar la añada Hades (Supergiant Games) ¡y en realidad fue una trampa! Porque Hades ya llevaba en acceso anticipado tres años, demostrando que iba a ser el enorme juego que es. Se ha anunciado un Hades II para este 2023 (en acceso anticipado) que esperamos salivando porque, como ya hemos dicho en estas páginas cientos de veces, somos unos devotos de Supergiant Games. ¿El resto aguanta? En general, sí, pero tampoco son tan buenos. En nuestro corazón se quedan Ori y X-Com: Chimera, siendo el primero una maravilla y el segundo solo simpático. Kentucky Road Zero también hace trampa, porque se le coloca en el 2020 porque fue el año en que salió su último capítulo. En fin, ¿qué más quedó por ahí?
Ahora que se estrenó The Last of Us en HBO, protagonizada por Pedro Pascal, y que fue un éxito de público, cabe recordar que el 2020 fue el año que salió The Last of Us. Parte II (Naughty Dog). ¿Aguanta? No tanto. Sabemos que The Last Of Us II causó mucha polémica (¿qué no lo hace ahora?), pero nuestro problema con este juego no es que sea woke, o que haga algo “imperdonable” al fan del primer The Last of Us, como la crítica incel suele señalar, sino que su pretenciosidad y grandilocuencia chocan con un juego que es ramplón en sus mecánicas. Si se le quita toda la capa de pintura de excelencia técnica (en eso es impecable) y se analiza con cuidado lo que cuenta, acaba por ser un juego con momentos brillantes, pero que, en general, son arenas interconectadas donde lo más importante surge siempre cuando el jugador pierde el control. Aun así, es probable que si juegas al primero tendrías que jugar esta segunda parte y, también, los momentos buenos son muy buenos.
2021: ‘It Takes Two’
Si el 2020 te pareció malo…
El 2020 fue el año que trajo la nueva generación de consolas en sus últimos estertores. Esperábamos un 2021 de títulos exclusivos que sacaran músculo de la potencia de las nuevas máquinas. Sin embargo, entre los retrasos y que se apostó por los juegos intergeneracionales (debido, entre otras cosas, a que el suministro de Xbox Series X y de PlayStation 5 fue mucho peor de lo esperado), quedó un 2021 muy deslucido en el que destacan los independientes más raros, pues otros como 12 Minutes fueron un jarro de agua fría importante. Aunque también nos dio el exclusivo Returnal (Housemarque), que aguanta como una columna del Partenón a día de hoy.
Para nosotros, lo mejor del año lo trajo It Takes Two (Hazelight Studios), una experiencia solo cooperativa que destaca por su historia, pero, sobre todo, por la constante reinvención del propio juego; es un tour de force contra sí mismo y hasta dónde puede llegar. Aunque es un juego de plataformas la mayor parte del tiempo, de súbito se convierte en un shooter, luego en un RPG, después en un juego de carreras, de música, en fin, algo entre el delirio y la delicia que se disfruta muchísimo en buena compañía, pues requiere de compenetración entre ambas partes. Ya lo dice el título del juego. ¿Aguanta? Aunque no sea un juego al que volver una y otra vez, rejugarlo es una experiencia muy grata si lo has dejado enfriar un tiempo. Mucho bueno podríamos seguir diciendo (buscadlo en números anteriores de Cáñamo) y muy poquito malo. Deathloop también merece una mención considerable: el juego de bucles temporales de Arkane, con gusto por la estética de El prisionero, sigue aguantado muy bien.
Entre lo independiente destacamos el marcianísimo Inscryption (Daniel Mullins Games), al que hay que darle tiempo para entender qué nos quieren proponer; Kena: Bridge of Spirits (Ember Lab), que pasó muy por debajo del radar y que es una especie de mezcla del cine de Pixar con la factoría Miyazaki que funciona requetebién; Loop Hero (Four Quarters), que es como comer palomitas, aunque se nos desinfló hace tiempo; Halo: Infinite (343 Industries), que llegó a final de año y no nos dio tiempo a incluirlo en lo mejor del 2021. Aguanta pero menos Forza Horizon 5 (PlayGround Games), que es simpático y seguro que tiene muchos fans, pero nos atrae cada vez menos su insistente énfasis de premiarnos por cualquier cosa que hagamos.
2022: ‘Elden Ring’
En lo tapado está la canela
Si tuviéramos que destacar tres títulos de este año entre lo que está dirigido a lo mayoritario, pondríamos a Elden Ring (From Software), que es nuestro juego del año 2022; God of War: Ragnarök (Santa Monica Studio), y Marvel’s Midnight Suns (Firaxis Games). Este último es la sorpresa para nosotros, pues, aunque llamaba el punto de partida de ser un juego de estrategia por turnos, el tema de Marvel actualmente anda muy quemado. Mención aparte a Horizon Zero Dawn: Forbidden West, por su excelencia, aunque sigue sin ser santo de nuestra pasión. Sin embargo, Midnight Suns, pese a emular la fórmula de los juegos Persona, de los que tampoco somos fans más allá de su estética, sí funciona como un simulador de relaciones personales, juego de aventuras y, sobre todo, juego de cartas. Sobre Elden Ring y God of War: Ragnarök poco que decir, seguramente sean el pináculo de sus respectivos géneros. Preferimos Elden Ring por nuestra mencionada filia por FromSoftware, pero, con el regusto de haber pasado un año desde que salió, creemos que es el mejor juego en el aspecto de lo que propone, pero no es el título que más nos gusta de esta empresa: Bloodborne, Dark Souls y Sekiro están por encima, aunque este Elden Ring pueda ser considerado sobresaliente y un ejemplo de cómo hacer un mundo abierto diferente. Ahora bien, en nuestro corazón, Sifu (Sloclap) debería ser el juego del año.
Ha sido al acabar el 2022 y poder echar unas tardes a los tapados independientes cuando se descubre que hubo mejores cosas ese año de lo que se pensaba: Pentiment, Norco, Potion Craft, Immortality, Neon White, Return to Monkey Island, OlliOlli World y Vampire Survivors dan cuenta de que ha habido más de un título que ha merecido la pena. Si lo mainstream no te llena (que no es de extrañar), echa un ojo a productos un poco más de “debajo del radar”.
¿Cuántos de estos juegos aguantarán dentro de diez años? El tiempo lo dirá y, si seguimos aquí, trataremos de contaros cuán equivocados estuvimos… o no.