A comienzos del milenio, a Peter Jackson, ese tipo que pocos conocían pero que ya contaba con fieles admiradores de sus obras Bad Taste, Meet The Feebles, Braindead y Heavenly Creatures, le fue otorgada la bendición y maldición de poder adaptar El señor de los anillos, la obra de fantasía más conocida de nuestros tiempos. Se supone que Jackson quería adaptar El hobbit (no como al final acabó haciéndolo, por cierto), pero le dejaron meterse en un berenjenal que uno no sabe bien cómo no acabó tirándose por un puente. Aunque los fans de Jackson confiaban en su talento, inconmensurable por aquella época, el (hasta cierto punto inesperado) éxito de El señor de los anillos fue tal que la obra de J.R.R. Tolkien, que ya era importante para los amantes de la fantasía, tendría una segunda vida. Desde Jackson, El señor de los anillos no era cosa de los frikis que jugaban al Dragones y mazmorras, sino que adquirió el estatus de mainstream. Las películas de Jackson han quedado para la historia y, hasta la fecha, son las mejores adaptaciones posibles del universo de Tolkien, pese a que no tanta gente ha visto las versiones extendidas, que ganan mucho en comparación con el montaje que vimos en el cine. Resulta paradójico que haya sido el propio Jackson el que trajera la peor adaptación de Tolkien con su hiperbólico The Hobbit. No es lugar para discutir por qué son tan mediocres estos films, pero mucho tuvo que ver una producción atribulada en la que todos los que tenían parte de los derechos de explotación de la propiedad intelectual querían decidir sobre el film.
En septiembre de este año se estrenó Los anillos de poder, una serie que, polémicas aparte, no llega a la altura de los films de Jackson, pero que a nosotros nos ha convencido. Serie en donde, por cierto, también es monumental el lío que hay sobre los derechos de explotación de la obra de Tolkien. Nos guste más o menos, la serie va a tener cinco temporadas, así que se podría considerar una película de diez horas. El objetivo, parece, es contar los acontecimientos más significativos de la Segunda Edad, la que va antes de lo que sucede en El señor de los anillos. En esta etapa de la Tierra Media se da la forja de los anillos de poder, la caída de Númenor y la última alianza entre elfos y hombres, en la que se derrota a Sauron. Este estreno nos animó a buscar algunos de los títulos que el videojuego ha dado que se ambientan en la obra de Tolkien. Algunos muy buenos, otros no tanto y otros están por llegar. Avisamos que el criterio seguido para los más antiguos tiene más que ver con la nostalgia que con otra cosa.
‘The Lord of the Rings: Gollum’ (Daedalic Entertainment, 2022)
Metal Gear Gollum
Poco sabemos de The Lord of the Rings: Gollum. Sabemos que controlamos al simpático y siniestro a partes iguales Gollum; la historia del juego parece cubrir el momento en el que Gollum escapa de Minas Morgul después de confesar que el Anillo Único lo tiene un tal Bolsón en la Comarca. Por el tráiler sabemos que parte del juego trascurre en Mordor mientras escapa y la otra, en las tierras que van desde la Ciénaga de los Muertos hasta Lórien. Entendemos que si sigue más o menos lo que se cuenta en El señor de los anillos y sus apéndices, es probable que nos topemos con Aragorn o Gandalf, entre otros. Es poco probable que veamos toda la historia de El señor de los anillos desde su perspectiva. También sabemos que su mecánica principal es el sigilo y que, a lo mejor, mantendremos conversaciones con uno mismo como Gollum hacía con Sméagol. Para el que no lo sepa, Sméagol era un hobbit que encontró el Anillo Único y este le acabó corrompiendo, de tal modo que su verdadero nombre fue olvidado; solo queda la criatura Gollum.
Aunque The Lord of the Rings: Gollum amenaza con llegar a finales del 2022, es el típico juego que tiene pinta de volver a retrasarse. No sería la primera vez que lo hace. Además, lo poco que hemos visto tampoco acaba de convencer. Hay como una cierta indecisión a la hora de plasmar una visión sobre Tolkien que está peleando entre sí para hacerse con el control. Mientras que los escenarios remiten al imaginario de Peter Jackson, que identificamos con una versión “realista” (o posible) de unas arquitecturas fantásticas, el aspecto tanto de Golllum como de los orcos y elfos que vemos en el tráiler está entre una disneyficación del personaje y, por desgracia, unos gráficos con animaciones poco convincentes. En fin, esperamos equivocarnos y que, pese a que haya un abismo gráfico entre un juego de presupuesto elevadísimo y esto que nos trae Daedalic, al menos la experiencia sea satisfactoria. Por el momento, huele a pescado pasado. Algo que, dicho sea de paso, a Gollum posiblemente le gustaría.
‘Middle-Earth: Shadow of War’ (Monolith Productions, 2017)
Mi querida Némesis
Nunca hemos sido seguidores de esta adaptación de Monolith para EA del mundo de Tolkien. Las aventuras del montaraz de Gondor que puede pasarse al mundo de lo invisible y que planta cara al propio Sauron nunca han llegado a emocionarnos. Igual es porque por mucho Tolkien que se quiera poner encima, no deja de ser un juego de mundo abierto de misiones secundarias eternas y desarrollo muy largo. Dicho esto, esta no es una opinión muy popular, pues además de que la crítica suele respaldar tanto este Shadow of War como su primera parte, Shadow of Mordor, alabando sus muchas virtudes, también el público ha respondido positivamente a estos viajes por la Tierra Media.
Sea de nuestro gusto o no, hay que reconocerle una virtud en su aspecto técnico que es casi incuestionable, y que le da un repaso considerable a todos los que andan dentro de su mismo género: el llamado “sistema némesis”, que permite a la inteligencia artificial que controla a los personajes no jugadores recordar las acciones del protagonista. Esto, que muchos juegos prometen, este lo cumple. Y lo hace con los enemigos orcos. El juego puede seguir a todos los Uruk-Hai (esos orcos que pueden ir a plena luz del día sin usar gafas de sol, que son los más duros y jefazos), de tal modo que si te mata un Uruk o sobrevive a un encuentro, ese orco comienza a destacarse del resto. Se vuelven más fuertes, adquieren poderes únicos y se les otorgan trasfondos concretos: ya no son uno más entre la carne de cañón orca que puedes apalear, sino que el juego los convierte en adversarios temibles.
Aunque adapte la obra de Tolkien, este juego basa todo su atractivo en imitar el estilo de los films de Peter Jackson. La sombra a la que alude el juego es la sombra de Hollywood, más que la de ese filólogo sudafricano al que le debemos este mundo de fantasía.
‘J.R.R. Tolkien’s The Lord of the Rings’, vol. I (Interplay Entertainment 1990)
Ambicioso intento
Es muy difícil ser objetivos con un juego al que se le tiene tanto cariño. Si nos ponemos quisquillosos, es un juego de rol no demasiado inspirado, con cierto toque de los Ultima; su aspecto técnico dejaba un tanto que desear y, además, en un tiempo en el que no existían los parches en línea, tenía algún que otro problema serio. Pero esta primera parte del intento de Interplay por llevar a los PC la obra magna de Tolkien tenía una ambición desmedida que, desde la perspectiva de un niño que ya iba para mayor, resultaba absolutamente fascinante.
Este primer volumen (hubo un segundo, por desgracia no tan bueno) llevaba casi al dedillo, con todas sus localizaciones, las aventuras de Frodo y la Compañía del Anillo desde Bolsón Cerrado hasta los bosques élficos de Lórien y más allá. Debido a que Tolkien nunca concibió El señor de los anillos como una trilogía, sino que se trata de una imposición editorial, los libros no tienen una estructura esperable en una trilogía en la que cada una de las partes tiene su propia estructura de presentación, nudo y desenlace. Por esta razón, cada final (excepto el final de El retorno del rey) no se ha levantado gracias a la construcción de un desarrollo propio de este tipo de esquema tradicional de la narrativa, sino que son capítulos que se acaban para dar paso al siguiente. Además, Tolkien no era de usar un gancho para cerrar el capítulo. Tanto esta versión de El señor de los anillos como la de Peter Jackson tuvieron que inventarse un clímax, más o menos razonable, para que la cosa funcionara. El de Jackson es mucho más orgánico que el de este juego, aunque el de este juego, de puro especulativo, nos cae más grato. Si en la película de Jackson se sacan una especie de final boss para que Aragorn tenga un rival digno, en el videojuego de Interplay, Frodo es capturado y llevado hasta Dol Gudul, territorio del Nigromante, es decir, el mismísimo Sauron.
The Lord of the Rings (vol. I) tenía un amor al detalle impresionante. Podías pasar semanas, literalmente, en cada una de las localizaciones descubriendo partes ocultas de la historia, misiones secundarias o lugares secretos. El mapa reproducía con detalle suficiente el mundo de Tolkien, de tal modo que si conocías el original podías saber hacia dónde ir sin perderte. El juego no exigía que siguieras el camino de la Compañía del Anillo, sino que, con un poco de tino, podías crear tu historia alternativa. De hecho, aunque los fundadores de la Comunidad del Anillo son los personajes más poderosos que podías llevar, no estabas obligado a cargar con Boromir, Aragorn, Legolas, Samwise Gamgee o Gandalf, sino que la podías montar con otros personajes que ibas incorporando a tu grupo durante la partida. Pese a todos los fallos que pueda tener (que los tenía), es la mejor adaptación que se ha hecho de la obra de Tolkien en un videojuego.
‘The Return of the King’ (Electronic Arts, 2013)
Pináculo de la diversión
Si decíamos que The Lord of the Rings (vol. I) de Interplay es la mejor adaptación de la obra de Tolkien en videojuego, The Return of the King es el mejor videojuego que adapta la obra de Peter Jackson. En un primer nivel de análisis, este videojuego producido por Electronic Arts trae a la pantalla los momentos más espectaculares de El retorno del rey, que son bastantes: desde la batalla en los campos de Pelennor hasta el enfrentamiento entre Sam y la Ella-la-Araña, pasando por la obstinada resistencia de Minas Tirith ante el ataque final de los orcos de Mordor. Cada personaje jugable tiene su propio set de movimientos únicos y ataques especiales, lo que le daba un gustito especial porque, aunque había claras similitudes entre jugar con Aragorn y hacerlo con Gandalf, se sentía diferente.
Cada nivel se estructura como un beat’em up: nos vamos desplazando por el mapa mientras nos damos mamporros con todos los enemigos que nos encontremos, hasta llegar a un jefe final. Sin embargo, cada pantalla planteaba una dificultad que incrementaba tanto la inmersión como la diversión. Por ejemplo, en el asalto Minas Tirith, Gandalf debe impedir que las almenaras sean tomadas por las oleadas sucesivas de orcos, pero te exigía que de vez en cuando fueras a puntos del mapa a derribar escaleras de asedio o torres de asalto repletas de enemigos. Lo más interesante, desde nuestra perspectiva, es que cuanto más mejorabas tu puntuación, más personajes de la saga podías desbloquear para poder jugar con ellos. Además, podías ir usándolos en situaciones en las que no participaron durante el relato de Tolkien, lo que le daba rejugabilidad y un toque especial.
Es una pena que este tipo de productos, dado el carácter tan fungible de la sociedad digital, irónicamente una que se jacta de estar hecha para durar, juegos como estos son difíciles tanto de conseguir como de que corran en una computadora sin emuladores. Hubo un tiempo (que parece que pasó) en el que se criticaba constantemente la piratería como el motor de destrucción de todo tipo de negocio cultural. Si no fuese por la piratería, este juego sería imposible (o casi) de conseguir. En fin, yo creo que Gandalf estaría de acuerdo en que mejor tener una copia de esto en un formato poco legal que no tenerla.
‘The Lord of the Rings Online’ (Turbine, 2007)
Sigue vivo
Por lo general, la vida de los MMORPG (juegos de rol en línea multijugador masivo) suele ser de corta duración. Hubo una época, allá por finales de la primera década de los años 2000, que este tipo de juegos eran los reyes del mambo. El éxito de EverQuest primero y de World of Warcraft (WoW) después hicieron pensar que en el sistema de suscripción a mundos virtuales persistentes estaba la gallina de los huevos de oro. A día de hoy, pocos MMORPG han tenido el éxito suficiente como para que aguantes más de diez años. WoW lo consiguió; Eve Online, también, y Destiny está a punto de llegar a su año diez, pero pocos más. Ahí quedaron franquicias tan potentes como el Star Wars Online, el MMORPG de The Matrix y el bastante bueno Dark Age of Camelot. Sin embargo, todos los que han sobrevivido tuvieron que hacer cambios a su modelo de negocio: la mayor parte de estos o se han pasado al free-to-play con micropagos o hicieron versiones libres que están capadas hasta un nivel determinado.
De entre los supervivientes queda aún este Lord of the Rings Online, que comenzó allá por el 2007 y que aguanta con estoicismo nuevas generaciones de consolas y otro tipo de diversión más sofisticada. Aunque nació como un juego de suscripción mensual, se pasó en seguida a un modelo free-to-play un tanto agresivo para la época. Uno podía jugar sin tener que pagar, pero la mayor parte de las misiones estaban cerradas si no comprabas el contenido de cada área de juego. Por ejemplo, podías recorrer las Montañas Nubladas, pero los NPC que dan las misiones no te permitían tomarlas. Esto implicaba que no ibas a poder subir de nivel y, consecuentemente, nunca podrías participar en las actividades de final de partida. En los MMORPG, por lo general, lo interesante comienza cuando tu personaje alcanza el máximo nivel. Por lo demás, este Lord of the Rings Online tomaba casi todo su sistema de juego de WoW. Si jugabas a uno y no al otro es por el escenario o porque tenías algún problema con el World of Warcraft. Puede pasar que te dé igual esto de progresar niveles o el fin de partida de los MMORPG, en ese caso, merece la pena bajárselo y disfrutar de las localizaciones de El señor de los anillos, bastante bien traídas en este juego. Nosotros hace mucho que no entramos a este universo de ficción, pero sigue quedando en la memoria un recuerdo grato y amable.
‘The Lord of the Rings: Adventure Card Game’ (Fantasy Flight Games, 2019)
Fallido pero razonablemente bueno
Los juegos de cartas que imitan a Magic: The Gathering siguen teniendo cierto empuje dentro del mundo digital. Por un lado, los hay que comenzando en Magic luego decidieron imitar otro modelo y ahora copian a Slay The Spire; por otro lado, están los que quieren imitar a Magic y siguen el modelo de Heartstone. The Lord of the Rings: Adventure Card Game lo tenía fácil para diferenciarse porque se basa en un juego de cartas propio, con un modelo que, si bien remite al referente de Magic, tiene la solvencia y reputación de la compañía que lo produce, Fantasy Flight Games, que ha traído a este mundo los juegos de cartas que mejor han funcionado a nivel de calidad después del gigante Magic.
Pero la cosa se torció bastante: el videojuego es una versión simplificada del juego de cartas físico de Fantasy Flight Games. El desarrollo trató de imitar a Heartstone, que, en teoría, requiere menos compromiso por parte del jugador y tiene un punto de entrada más sencillo. Sin embargo, no funcionó. Además, Fantasy Flight Games, que fue comprada por el gigante de los juegos de mesa Asmodee, decidió cerrar (probablemente, con buen criterio) la división de videojuegos de esta compañía, dejando huérfano al videojuego. Hace un par de años, el videojuego fue comprado por una empresa que prometió mantenerlo con vida, pero, más allá de una minicampaña, no parece que se esté actualizando.
Es una pena porque es un buen juego de cartas cuyo valor de venta es su potente narrativa: pese a que lo que vivimos es una abstracción basada en puntos y cartas, lo que hila todas la narrativa y lo envuelve a la perfección es que cada partida se desarrolla gracias a historias que, si bien no escapan de la prosa de la dragonada, consiguen darle una profundidad suficiente a la experiencia de juego que lo diferencia de otros productos. Ahora que se puede conseguir en cualquier plataforma, es recomendable esperar a una rebaja y hacerse con una copia, pero solo si se da el caso de que eres una persona amante de los juegos de cartas y, además, te interesa el mundo de El señor de los anillos. Dicho esto, si tienes algo más de dinero y tiempo, elije el juego de cartas físicas, es mucho, mucho mejor.