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La vuelta al mundo en Pirineos Sur

El decano festival celebra un cuarto de siglo

Ahora que los festivales veraniegos proliferan por doquier viene bien recordar a los pioneros que, además de resistir, han sabido asentarse con un modelo que reúne viabilidad financiera y criterio musical.

Ahora que los festivales veraniegos proliferan por doquier viene bien recordar a los pioneros que, además de resistir, han sabido asentarse con un modelo que reúne viabilidad financiera y criterio musical.

El festival oscense Pirineos Sur celebra este mes de julio su XXV edición. Surgido en 1992, con la eclosión de las denominadas “músicas del mundo”, sigue fiel a unos principios que le llevan a contratar músicos de primer nivel internacional y, también, a ser receptivo con las propuestas locales. Esta política, nada elitista y dirigida a todos los públicos, ha logrado no solo poner en el mapa al pequeño pueblo pirenaico de Sallent de Gállego y su adyacente embalse de Lanuza, sino convertir a la zona del valle del Tena en uno de los destinos turísticos veraniegos más solicitados de la provincia de Huesca.

El denominado Festival Internacional de las Culturas celebra sus 25 años por todo lo alto, del 15 al 31 de julio, con una edición especial, cuya idea central es la de dar la vuelta al mundo a través de la música. Para ello, realizan una especie de grandes éxitos, recuperando algunos artistas que han actuado en anteriores ediciones, así como nombres emergentes que ilustran las nuevas corrientes, intentando formar un mosaico lo más completo posible de las distintas sonoridades de raíz, que incluyen desde ritmos africanos y latinos a música balcánica pasando por reggae, rock, música flamenca, electrónica y un largo etcétera.

Pirineos

 

Caleidoscopio musical

Los conciertos de gran formato se celebran en el Auditorio Natural de Lanuza, un escenario emblemático que acogerá el primer fin de semana, los días 15 y 16 de julio, el estreno del festival. Lo inaugura un doble concierto de campanillas. Primero con la presencia del cantaor Duquende, que ofrecerá un homenaje a Paco de Lucía, con quien tuvo una estrecha relación al estar integrado en la banda del malogrado guitarrista. La segunda parte correrá a cargo de Songhai, el mítico grupo formado por el korista maliense Toumani Diabaté y Ketama, que vuelven a reunirse en lo que promete ser una velada afro-flamenca de alto copete. El concierto supone además un homenaje al grupo de Juan Carmona y Josemi Carmona, ya que Ketama actuó en la primera edición del festival. La segunda jornada convertirá Lanuza en feudo del gypsy-punk de Gogol Bordello. El frenético combo multiculti que lidera Eugene Hütz está inmerso en una apretada gira en la que recorre EE.UU. y Europa y que también pasará por La Riviera de Madrid y el festival La Mar de Músicas de Cartagena. Sus teloneros en Pirineos Sur serán Artús, una familia del sur de Francia que convierte el folklore occitano en materia experimental.

El bloque de músicas latinas tendrá su escaparate en Lanuza el último fin de semana, los días 29 y 30 de julio. El viernes se podrá comprobar la efectividad de la electro-cumbia del productor y dj argentino Pedro Canale, alias Chancha Vía Circuito, en un apretado cartel de cuatro propuestas que incluye el insólito combinado rumbero Rumbanamá, una especie de supergrupo integrado por músicos de varios países con el objetivo de hermanar los diferentes tipos de rumbas, la española, la cubana y la congoleña. También estará Cuban Beats All Stars, el nuevo proyecto de algunos de los integrantes de Orishas, dando un paso más en lo que a hibridación de músicas cubanas, hip-hop y electrónica se refiere. El encargado de culminar la velada será el grupo chileno Chico Trujillo, una potente banda que marida cumbia, bolero y otros estilos latinos con ska y rock.

Aunque a algunos les pueda parecer raro ver a una estrella del rock en Lanuza, no lo es tanto cuando se trata de Bunbury, el músico aragonés de mayor repercusión internacional. Él será el protagonista en la despedida del idílico auditorio natural.

Gogol Bordello
Gogol Bordello
Bachar Mar-Kalifé
Bachar Mar-Kalifé
Batuk
Batuk

Color Café

Tomando como referente el título de una canción de Serge Gainsbourg, el festival estrena este año una nueva sección que tendrá lugar precisamente a la hora del café, es decir a las 5 de la tarde, en el Polideportivo de Sallent de Gállego. Serán solo 3 conciertos, pero todos sumamente recomendables. Lo abrirá el franco-libanés Bachar Mar-Khalife (19 de julio), compositor, cantante y pianista que viene a estrenar “Ya Balad”, su tercer y mejor disco, un clamor contra el deterioro de la situación en Oriente Medio que empieza con una versión del “Kyrie Eleison”. Mezcla tradición y modernidad en un original estilo “arabicana” que junta melismas árabes con sincopa jamaicana, revisita el dabke que ha hecho célebre Omar Souleyman, va del downtempo al tono neoclásico y del techno al minimalismo repetitivo. Sin olvidarse del linaje; con homenaje a su padre, el oudista Marcel Khalifé, una institución de la música libanesa, y ayuda de su hermano Rami, pianista del grupo Aufgang.

La segunda sesión de Color Café está reservada para Maria Arnal i Marcel Bagés (24 de julio), un dúo con todos los números para convertirse en los nuevos Sílvia Pérez Cruz & Raül “Refree” Fernández utilizando el acervo popular y el trabajo de campo de Alan Lomax para reconstruir unas canciones que suenan atemporales y llenas de vida, convirtiendo en algo moderno y atractivo antiguos cantos de trabajo, fandangos, jotas y músicas de tradición oral.

Cierran esta prometedora sección Yorkston/Thorne/Khan (27 de julio), un trio que viene a presentar su alabado debut “Everything Sacred” para el prestigioso sello Domino. Se trata de una lograda confluencia entre música folk, jazz y música clásica de la India.

Mbongwana Star
Mbongwana Star
Songhoy Blues
Songhoy Blues
King Ayisoba
King Ayisoba
Alpha Blondy
Alpha Blondy

Futurismo Africano

Inspirándose en la exposición “Making Africa”, que se ha podido ver en el Guggenheim de Bilbao y el CCCB de Barcelona, el festival celebra un especial dedicado a la música que hacen en África las nuevas generaciones, muy alejada de la “world music” convencional. Lo han bautizado como África Futura y es el bloque estilístico más relevante de Pirineos Sur, un merito que cabe atribuir a su nuevo director Luis Lles, –con la difícil papeleta de sustituir a última hora a Luis Calvo– célebre periodista y agitador cultural que también codirige el festival Periferias.

Esta nueva África, que conecta con la tecnología y el diseño de vanguardia, la arquitectura futurista y la música electrónica, tendrá una semana central, del 17 al 24 de julio, para mostrar lo mejor del nuevo afrofuturismo. El grueso de los conciertos se concentran en el Escenario Sallent de Gállego, donde destaca la presencia de los congoleños Mbongwana Star, un grupo que ha causado sensación con su álbum de debut “From Kinshasa”, editado por el sello británico World Circuit. La propuesta de esta banda –liderada por dos músicos parapléjicos, Coco Ngambali y Theo Nsituvuidi, que ya se dieron a conocer con la rumba de Staff Benda Bilili–, dirigida por el productor irlandés Liam Farrell, adquiere una dimensión electrónica representada por el espectacular single “Malukayi”, que incorpora el conocido trance de los likembes distorsionados de Konono Nº1. Un sonido que, tal como indica el tema “From Kinshasa To The Moon”, se expande desde los suburbios de la capital del Congo hasta lugares insospechados, que van del lounge afro-galáctico al post-punk y del soukous al global bass, con ritmos procesados y efectos dub, en una especie de afrodelia llena además de cantos de llamada y respuesta en lingala. Su misión, tal como afirman, es hacer ver que en Kinshasa, más allá de la música étnica y el pop típico africano, hay propuestas de rock, punk, heavy metal o hip hop e incluso alguna como la suya que integra todos estos estilos en un sonido contemporáneo.

El sonido ácido y distorsionado de los likembes de Konono Nº1 es uno de los grandes hallazgos de la música africana contemporánea. Ellos son los responsables de instaurar un estilo congotrónico que ha sentado cátedra, con una gran influencia en la escena indie occidental, tal como lo prueba su colaboración con Björk. Su sonido también ha influido a las nuevas generaciones de músicos africanos, tal como demuestra su actual proyecto compartido con Batida, alias del angoleño-portugués Pedro Coquenão, célebre por conectar kuduro con semba y otros ritmos tradicionales, en un rico sonido retrofuturista que une electrónica y ritmos tribales. Presentan su disco “Konono nº1 meets Batida” –que edita el sello belga Crammed y supervisa el productor Vincent Kenis, el instigador de la célebre serie Congotronics– confluyendo en un sonido en el que lo orgánico y lo electrónico se difumina en un trance de largos temas donde hip hop, ritmos étnicos y cantos de llamada y respuesta son conducidos por la mano maestra de Augustin Makuntina Mawangu, con el trance de unos pianos de pulgar electrificados que, en sus fases más melódicas, recuerdan también a las steel drums caribeñas.

La tercera propuesta emergente destacada es el grupo maliense Songhoy Blues, cuya historia es tan azarosa como triunfal. Expulsados del norte del país por el integrismo islámico, estos cuatro músicos de la etnia songhai se instalaron en Bamako, desde donde, y gracias a la determinante ayuda de Damon Albarn y su proyecto Africa Express, han logrado conquistar el mundo. Todo empezó con el single “Soubour”, incluido en el recopilatorio “Africa Express Presents Maison des Jeunes” (2014), elaborado por Albarn y Brian Eno en Bamako junto con otros músicos occidentales para dar a conocer al nuevo talento local. “Soubour” suena como Ali Farka Troure en manos de The Black Keys, no en vano su productor fue Nick Zinner del grupo Yeah Yeah Yeahs. Después vino el álbum “Music in Exile” al que han añadido, en una edición de luxe, versiones de The Clash (“Should Stay or Should I Go?”), Manu Dibango (“Soul Makossa) y Led Zeppelin (“Kashmir”). En directo combinan afro-rock con blues del desierto, en un electrizante sonido que tampoco descuida las raíces griot.

Hay verdadera expectación por ver que da de sí en directo Batuk, el colectivo sudafricano que lidera el productor Spoek Mathambo, gran adalid de lo que se ha venido a llamar “township tech”, una música electrónica que conecta con las nuevas tendencias sin olvidar la música tradicional. En este proyecto le acompañan otro productor, Aero Manyelo, y la vocalista Carla Fonseca. De momento solo han publicado “Daniel”, un EP en el que muestran sus credenciales, una especie de tribal house con voluntad panafricana y antirracista que se verá plasmado en el que será su primer álbum, “Musica de Terra”, todavía en fase de realización.

La semana dedicada a África terminará a lo grande en el Auditorio de Lanuza con la visita del marfileño Alpha Blondy, que actualmente ya no es solo la mayor estrella del reggae africano, sino que nos atreveríamos a decir que del mundial. Presenta su nuevo disco “Positive Energy”, en el que colaboran grandes nombres jamaicanos, como Ijahman Levy o Tarrus Riley, y el mismísimo Jacob Desvarieux del grupo Kassav, que lo introduce en el zouk antillano.

Otra estrella destacada es Baaba Maal, una de las voces más excelsas de Senegal, a la altura de Youssou N’Dour y Cheikh Lô. Tras muchos años alejado de los escenarios y los estudios de grabación, regresa a los 62 años con “The Traveller”, cuyo significativo título indica lo cosmopolita de una propuesta realizada en estrecha colaboración con el productor Johan Hugo de The Very Best. Una mezcla que incluye sonido atmosférico y épico a la manera de Peter Gabriel, aderezos electrónicos, folk, baladas astrales, acentos de griot de cámara y hasta una coral religiosa, sumando kora, n’goni, tama, djembe, música tuareg, sintetizadores, auto-tune, trance bailable y “spoken poetry”. Entre los teloneros de Baaba Maal mencionar a King Ayisoba, una leyenda de la música del norte de Ghana; un griot contemporáneo que expande los ritmos tradicionales de su etnia frafra hacia un concepto de canción moderna. Lo hace procesando de una manera muy personal el hiplife, estilo creado en Ghana por las nuevas generaciones mezclando hip hop, highlife y sonidos jamaicanos que van del roots reggae al dancehall. Ayisoba confiesa que la ganja es su gran fuente de inspiración y también alardea de lucir los dreadlocks más originales. Los signos distintivos de su música son el uso del kologo –rústica y efectiva guitarra rítmica de dos cuerdas– y una voz gutural que no tiene nada que envidiar a los chamanes de Mongolia.

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