A pesar de lo que comentamos en el caso expuesto en relación con el hecho de si las drogas en general pueden ser objeto de una sustracción y, por tanto, dar lugar a los delitos de robo o hurto, no podemos decir lo mismo cuando se trata de otros delitos como podría ser el de estafa. En el supuesto hipotético y poco probable de que a algún consumidor (o traficante) al que le hubieran dado gato por liebre en el momento de adquirir cualquier tipo de droga quisiera denunciar ese hecho, la denuncia que eventualmente pudiera formular no llegaría a dar lugar a actuaciones en contra del estafador. En este caso sí es relevante el hecho de que la droga no sea un objeto de lícito comercio y no podría procederse a condenar por el delito de estafa. No son pocos los supuestos en que se produce una detención por la venta de sustancias cuando, posteriormente, realizado el correspondiente análisis, se determina que no había principio activo alguno fiscalizado. En estos casos no puede haber nunca condena por el delito contra la salud pública, aunque la intención fuera transmitir a terceros dicho producto. Sin droga, no hay delito.