Los chinos se han ido convirtiendo, a lo largo de las últimas dos décadas, en los amos del lavado de dinero para los cárteles mexicanos y colombianos que operan en Estados Unidos por una importante razón: los lavadores de dinero suelen cobrar una comisión que oscila entre el diez y el quince por ciento, en cambio, los chinos suelen cobrar un tres por ciento.