No es lo mismo alucinar que tener visiones. El que alucina no es consciente de que lo que ve es producto de lo ingerido. Y flipa. El que toma visionarios, como las setas, por ejemplo, lo tiene clarinete. Y lo está flipando. Así pues, visionario y alucinógeno son dos cosas flipantemente distintas. Y para eso tenemos precisamente las palabras: para fijar y, así, distinguir y no flipar tanto.