Dinero requisado en un registro
Es posible que se lo queden. De hecho, es lo más probable. El artículo 374 del Código penal establece que el Estado se apropiará íntegramente de los efectos, instrumentos y ganancias utilizados o provenientes del delito. Cuando se encuentra dinero en los bolsillos, bolsas, habitaciones, domicilios o vehículos de una persona investigada por el delito contra la salud pública, se presume que ese dinero proviene de la venta de las sustancias perseguidas. Esta presunción afecta no solo al delito contra la salud pública, también a muchos otros delitos, de acuerdo con lo que establecen los artículos 127 y 128 del Código penal. La única forma de evitarlo es poder acreditar que ese dinero no era de tu pareja, sino tuyo. Para demostrarlo, no solo bastan tu declaración y la suya. Necesitas documentos que lo acrediten, o la testifical de alguna persona a la que se le presuma más credibilidad. Si es el ahorro de meses es realmente difícil, aunque no imposible si, por ejemplo, eres camarera y puedes demostrar que cobras propinas. Pero en otros casos es más fácil, sea porque justo sacaste el dinero del banco para comprarte algo, o porque tienes la costumbre de retirar cada mes el salario que te ingresan en el banco, o por la recaudación del bar, de la máquina tragaperras, de cualquier negocio, lo que sea que pueda demostrar la titularidad del dinero y su origen lícito. Una declaración de un familiar no directo o un amigo podría ayudar si la cantidad no es muy elevada y se puede justificar el motivo del préstamo. Pero si no lo consigues probar, el Estado se lo lleva. Para reclamarlo, deberás comparecer en el juzgado y solicitar por ti misma la devolución del dinero. Es posible que, de acuerdo con lo establecido en los artículos 803 ter y siguientes, te exijan comparecer con abogada, quien deberá presentar escrito razonado, acompañado de los documentos que tengáis, y asistir a la celebración del juicio y defender tu postura ante el Ministerio Fiscal y el Tribunal. Es evidente que por poco dinero no vale la pena, pero si las cantidades son elevadas, o se trata no ya de dinero, sino de objetos de valor, ya cambia la cosa. Que haya suerte.