¿Qué es el pH?
Cualquier cultivador de cualquier tipo de planta ha escuchado hablar del pH. El pH de la tierra, el pH del agua… Es algo que forma parte del cultivo. Pero el cultivador de cannabis está todavía más implicado en este asunto porque sabe que el pH influye en la cosecha final que se obtiene e intenta sacar el máximo rendimiento a su espacio e inversión.
Los cultivadores menos experimentados pueden sentirse intimidados por la medición y ajuste del pH, pues parece algo propio de profesionales o de personas que trabajan en el sector de la ciencia y la industria. Pero en realidad se trata de un proceso no muy complicado que las compañías de productos de cultivo han simplificado con soluciones cómodas e instrucciones claras.
Un pH incorrecto puede arruinar un cultivo en un suspiro o puede hacer sufrir al cultivador durante semanas mientras intenta averiguar por qué sus plantas no crecen. Fluctuaciones indeseadas en el pH o un medio demasiado ácido o alcalino es la causa más común de carencias y aparición de problemas en nuestro cultivo.
Además, en cultivos de nivel más profesional, como el cultivo en fibra de coco o con agua de osmosis inversa, resulta indispensable regular el pH si no queremos encontrarnos con problemas de crecimiento y deficiencias.
¿Por qué es importante regular el pH?
Para comprender por qué es importante prestar atención a los niveles de pH, primero debemos saber cómo afecta al cultivo.
El pH, o potencial de hidrógeno, es la manera que tenemos de medir la acidez o alcalinidad de una sustancia, que en este caso será el medio de cultivo. El pH se mide de 0 a 14, siendo 7.0 el pH neutro.
A las plantas de cannabis les gusta un medio ligeramente ácido, alrededor de 6.0. Esto se debe a que en un medio con ese pH es cuando los nutrientes están más disponibles para la planta. En un medio muy alcalino (más de 7.5) no se produce el intercambio de sustancias entre el medio y las raíces, así que la planta no es capaz de alimentarse. En un medio muy ácido (menos de 4.5) los nutrientes se vuelven inaccesibles, pero además hay peligro de que la planta absorba los posibles metales pesados que estén presentes en el medio.
El problema surge cuando el agua que usamos tiene un pH demasiado alto, como en el caso del agua del grifo en la mayoría de los casos, o demasiado bajo, como el agua de osmosis inversa (RO).
Como resultado de ese pH incorrecto pueden aparecer carencias y deficiencias que no estarán causadas por falta de nutrientes en el medio de cultivo, sino porque el pH inadecuado impide que se realice el transporte de sustancias desde el medio hasta las raíces de la planta.
Por tanto, es importante que midamos el pH en cada riego y nos aseguremos que está dentro de los niveles adecuados (normalmente 6.2-6.5).
Pero yo creía que no era necesario regular el pH en el cultivo orgánico…
Cuando cultivamos con productos 100% orgánicos, como los de Biobizz, la regulación de pH sigue siendo importante, aunque de manera diferente que cuando trabajamos con nutrientes de base mineral.
En condiciones generales, trabajaremos con un agua del grifo que, en la mayoría de los casos, es un agua dura y con un pH alcalino, es decir, alto. Por otra parte, los productos Biobizz tienen un pH bastante ácido por su procedencia de ingredientes 100% orgánicos. Así que una vez mezclados con el agua, estos productos bajan el pH de manera considerable. Esto puede resultar en que el pH llegue naturalmente al rango recomendado (alrededor de 6.2-6.5) o que se quede todavía en un nivel alto que tengamos que bajar un poco más para asegurarnos de que las plantas son capaces de alimentarse.
Los cultivadores más experimentados que decidan usar agua de osmosis inversa notarán que una vez mezclados los productos Biobizz con este tipo de agua el pH baja tanto que no es posible regar con esta mezcla. Se hace imprescindible incrementarlo hasta los niveles recomendados para no dañar el cultivo.
Además, como muchos cultivadores ya saben, la alimentación correcta de una planta en sustrato depende en gran medida del ecosistema de la rizosfera. Los microorganismos que viven dentro de nuestras macetas procesan los nutrientes que aplicamos en cada riego y los “rompen” en partículas más pequeñas que la planta es capaz de absorber a través de las raíces.
Este proceso es esencial para un cultivo exitoso, no en vano muchos cultivadores inoculan hongos y bacterias en el sustrato para mejorar el resultado final que obtienen. Gracias a estos microbios se producen las reacciones químicas necesarias en el sustrato que permiten a la planta desarrollar todo su potencial fenotípico.
Regular el pH de nuestro cultivo también tiene un impacto en este micro ecosistema, pues un pH demasiado ácido o alcalino no permitirá que estos microbios se desarrollen con normalidad y tendrá consecuencias negativas en nuestro cultivo.
¿Cómo se regula el pH en un cultivo orgánico?
Durante muchos años los cultivadores de cannabis han recurrido a sustancias como el ácido fosfórico o el hidróxido de potasio, cuyo uso podía representar un riesgo tanto para el cultivo como para el cultivador por su fuerte carácter corrosivo y su alta concentración.
El uso de estas sustancias tiene un efecto dañino sobre los microorganismos que viven en el sustrato y que procesan los nutrientes para dejarlos en formas fácilmente asimilables por la planta. Por tanto, aplicando esta clase de sustancias el ecosistema del interior del sustrato se ve afectado y el cultivador lo notará en el crecimiento, desarrollo y floración de su planta.
Por suerte, hoy en día contamos con alternativas 100% orgánicas a estos ácidos y bases tan fuertes. Biobizz ha desarrollado Bio·pH+ y Bio·pH-, dos reguladores del pH 100% orgánicos y certificados que permiten al cultivador ajustar el pH en cada riego sin los riesgos asociados a las sustancias de base mineral.
Bio·pH+ y Bio·pH- pueden usarse en conjunto con el resto de la gama Biobizz en cada riego tanto en sustrato como en sistemas hidropónicos, lo cual los convierte en dos productos muy versátiles que no pueden faltar en el armario de cultivo de ningún grower que aspire a obtener una buena cosecha después de su inversión y meses de esfuerzo.