Ataque de botritis
Los hongos son, sin duda, una de las peores plagas que puede sufrir el cultivador de cannabis. Hay dos especies que son las principales responsables de las mayores pérdidas: la botritis y el oídio. Ambos son dañinos, pero la botritis es peor. En zonas lluviosas, donde la humedad se mantiene alta durante los meses de septiembre y octubre y hay tormentas frecuentes, resulta casi imposible mantener las plantas completamente libres de botritis.
El mejor método para luchar contra plagas de hongos es combinar distintas técnicas que aborden el problema desde distintos ángulos. Es la llamada gestión integral de plagas. Se trata de empezar escogiendo variedades resistentes a los hongos, que ya tengan, por naturaleza, una estructura de crecimiento con cogollos no demasiado densos y una proporción considerable de genética sativa. Las plantas sativas suelen crecer en zonas más lluviosas que las índicas y, por tanto, están más acostumbradas a resistir la humedad. La botritis aparece sobre todo en los cogollos gruesos y muy densos, a los que, cuando se mojan por la lluvia, les cuesta mucho secarse. Otro importante vector de infección son las orugas devoradoras que se van comiendo el cogollo desde el interior y dejan a su paso excrementos y restos masticados que se enmohecen con una gran facilidad y acaban infectando todo el cogollo.
Es realmente difícil encontrar una genética que no coja botritis en ninguna circunstancia, pero hay algunas especialmente débiles. Mi recomendación es sembrar siempre unas cuantas variedades con diferentes proporciones de índica y sativa para intentar asegurarnos de que, sea como sea la temporada, algunas plantas vayan bien. En un año de lluvias tempranas en agosto y septiembre, las variedades tardías que se cosechan a finales de octubre o en noviembre resistirán mejor, mientras que si las lluvias llegan más en octubre y noviembre, serán las más tempranas, que se cosecharon a final de septiembre o principio de octubre, las que habrán podido madurar sin mucha humedad.
La forma de cultivo y la estructura de las plantas también pueden ayudar a evitar la aparición de hongos. Cuanto más aireadas estén las plantas, menos probabilidad de que haya hongos. Escoge siempre que sea posible lugares abiertos donde corra la brisa y evita sembrar las plantas muy juntas. Lo ideal es que estén lo suficientemente separadas para que, cuando alcancen su máximo tamaño, las ramas de unas y otras no se toquen, que se pueda pasar bien entre ellas. Sepáralas de las paredes y las esquinas, que suelen ser sitios menos ventilados. Las ramas más bajas de las plantas suelen acabar doblándose por el peso y tocando el suelo. Evítalo podando estas ramas o sujetándolas con tutores para que no rocen el suelo.
La salud de las plantas influye en su sistema inmunitario y las hace más resistentes. Fortalécelas manteniendo un sustrato rico en microorganismos: puedes añadir micorrizas y bacterias beneficiosas al trasplantar, y aplicar un puñado de humus de lombriz a cada planta cada dos semanas para asegurarte de que siempre hay materia orgánica disponible.
Los mejores fungicidas contra oídio y botritis son los sistémicos, pero no son nada recomendables para el cultivo de cannabis por el riesgo de que queden residuos en los cogollos que luego puedan resultar tóxicos al consumirlo. Si dejamos de lado los pesticidas químicos, la mejor opción dentro de los fungicidas ecológicos es el jabón potásico. Este producto se disuelve en agua y se fumiga sobre las plantas cada dos semanas, o después de las lluvias, y eleva el pH de las hojas, dificultando la germinación de las esporas de los hongos. No tiene una efectividad total pero, si se usa con frecuencia, ayuda bastante a mantener los hongos a raya. Es importante fumigar también Bacillus thuringiensis (BT) cada dos semanas desde que las plantas son pequeñas para luchar contra las orugas. El BT es muy efectivo siempre que se aplique periódicamente para que mate las orugas cuando son jóvenes; contra las adultas no va tan bien.
Los tiempos más inciertos con los hongos son las últimas semanas de la floración, cuando preferiríamos no fumigar nada pero los cogollos son tan densos que una vez aparecen hongos se van extendiendo con una gran rapidez. Es esencial mantener un ojo en las plantas constantemente para detectar la aparición de la botritis lo antes posible. En cuanto se vea, lo mejor es cortar completamente ese cogollo, limpiarlo y ponerlo a secar y, a continuación, pulverizar la planta con jabón potásico. A la hora de cosechar es muy importante fijarse bien en los cogollos y recortar todo lo que esté infectado antes de meterlo en el secadero para evitar que infecte al resto.