El problema es el calor, sin duda, pero puede que no sea el único. La mayoría de los cultivadores suelen colgar el termómetro en la pared de la habitación o del armario de cultivo. Es lo más cómodo pero no es lo más aconsejable. Teniendo en cuenta que las lámparas de cultivo se calientan mucho y desprenden una gran cantidad de calor, lo correcto es medir la temperatura allá donde se están formando los cogollos: en las puntas de las plantas. Si colocamos el termómetro debajo de la lámpara y a la altura de los cogollos, probablemente medirá una temperatura completamente diferente que si cuelga en la pared.

En muchas ocasiones se puede reducir considerablemente este problema instalando un ventilador que sople entre la bombilla y las puntas de las plantas, moviendo el aire caliente para homogeneizar la temperatura de la habitación y para evitar puntos de concentración de calor. Si aun así no se consigue bajar la temperatura lo suficiente, habrá que aumentar la velocidad del extractor para que extraiga el calor más rápidamente, instalar un acondicionador de aire o alejar la lámpara de las puntas de las plantas. Esta última solución es la más rápida y fácil de llevar a cabo, pero también es la que más reducirá la productividad del cuarto de cultivo.