Cómo cultivar en pocas palabras
Quiero pedirte un favor, me gustaría que me explicaras de forma sencilla cómo se debe cultivar una planta de marihuana. Mi padre quiere sembrar una planta en su jardín, pero no le gusta mucho leer y no voy a conseguir que se estudie un manual ni un artículo largo. Seguro que tú puedes explicarlo fácilmente y en un texto corto. Si él no se lo lee, lo haré yo y se lo explicaré. Muchas gracias por responder nuestras dudas todos los meses. Un saludo.
Las plantas de cannabis son fuertes y fáciles de cultivar. Sigue esta guía básica desde la semilla hasta la cosecha y no tendrás problemas en lograr buenos resultados. Empezamos. Busca una maceta pequeña, de medio litro más o menos. Podrías germinar directamente en la maceta definitiva, pero es mejor hacerlo en una pequeña y luego trasplantar a una más grande. Llénala de sustrato recién comprado y riégala con agua sin abono, la tierra ya lleva los nutrientes suficientes para las dos primeras semanas de crecimiento. La calidad de la genética es el requisito indispensable para obtener cogollos de primera. Compra un paquete de semillas de un banco de prestigio para asegurarte la calidad y evitar decepciones. No es necesario que gastes mucho en la última variedad que ha salido al mercado, puedes elegir variedades clásicas que son más baratas, pero también tienen gran calidad y alta potencia. Vas a dedicar meses a cuidar las plantas, no ahorres unos pocos euros en las semillas. Entierra la semilla a un centímetro de profundidad y cúbrela con tierra sin apretarla demasiado. Puedes regar ligeramente para que la tierra se asiente, pero ten cuidado de que el chorro de agua no desentierre la semilla. Coloca la maceta en un lugar soleado y protegido de la lluvia, los pájaros y los caracoles, que son los enemigos naturales de las plantitas recién nacidas. La plántula brotará en unos pocos días, pero no vuelvas a regar la maceta hasta que la tierra esté bastante seca o corres el riesgo de ahogarla. Cuando la plántula tenga tres o cuatro pares de hojas trasplántala a una maceta grande, de unos veinte litros. Realiza el trasplante con cuidado, mejor por la tarde, para que se pueda recuperar a lo largo de la noche. Desde este momento, añade un poco de abono de crecimiento al agua de riego, pero no sobrepases la dosis que indica la etiqueta ni riegues mientras la tierra permanezca húmeda. El exceso de riego es tan perjudicial como la falta de riego. Si las hojas se ponen de color verde oscuro, alterna riegos de agua con abono y riegos de agua sola para evitar una sobrefertilización. La planta crecerá sola, ten paciencia. No va a crecer más rápido por regar más a menudo o añadir un estimulador diferente cada día. Dale tiempo y mucho sol.
En variedades normales no autoflorecientes, a partir de mediados de julio o principios de agosto empezarán a aparecer flores, cambia al abono de floración y sigue regando solo cuando la planta lo necesite. Las variedades automáticas o autoflorecientes empiezan a florecer enseguida, a las dos o tres semanas de germinar, y crecen a la vez que florecen. Si no usas un abono especial para autoflorecientes, alterna riegos con abono de crecimiento y riegos con abono de floración. La floración dura entre dos y tres meses según la variedad. Continúa regando y abonando siempre que la planta lo necesite hasta una semana antes de cosechar. Durante la última semana riega solo con agua para lavar los restos de abono que puedan quedar en la tierra y en las hojas. Este truco mejora mucho la calidad final y el sabor de los cogollos sin afectar a la producción.
La forma más fácil de decidir cuándo toca cosechar es fijarse en los estigmas de las flores, que son esos pelitos blancos que salen en parejas y formando una V de cada flor. Cuando alrededor del sesenta u ochenta por ciento se hayan puesto de color marrón o naranja, la planta está lista para ser cosechada. Cosecha un día sin lluvia y cuando el sol haya secado el rocío de las plantas. Corta la planta al nivel del suelo, elimina todas las hojas grandes que no tienen resina y recorta las puntas de las hojas que asoman de los cogollos. Cuelga las plantas boca abajo en un lugar oscuro, seco y aireado, procurando que no se toquen unas con otras hasta que estén secas. El secado se da por concluido cuando al doblar los tallos estos se quiebran con un chasquido. Esta es la señal de que los cogollos están bien secos. Sepáralos de los tallos con una tijera y guárdalos dentro de un bote hermético en un lugar fresco y oscuro para que se conserven durante largo tiempo sin perder sus propiedades.