Cómo hago hachís con restos
 
  Cuando cosecho y manicuro las plantas siempre guardo las hojas con la intención de hacer hachís, pero unas veces se me pudren y otras, aunque las consigo secar bien, luego no sé cuál es el mejor sistema para hacer hachís con ellas. Un año las puse en alcohol unos días, luego lo filtré y lo evaporé para hacer un aceite de hachís. Quedó bastante potente, pero tenía un sabor que no me gustaba nada, además, sabía siempre a alcohol, por lo que creo que no se evaporó todo. ¿Puedes contarme qué sistema es el más recomendable para obtener un hachís decente a partir de los restos de la cosecha? Un saludo, profesor.
En mi opinión, hay dos sistemas adecuados para el pequeño cultivador que quiere aprovechar los restos de la cosecha y conseguir un hachís de calidad: la extracción en seco y la extracción con agua. La extracción en seco requiere que el material vegetal se seque primero. Para lograr secar las hojas sin que se pudran ni fermenten es esencial extenderlas en capas finas. Se pueden usar los tendederos de malla o simplemente extender papel de periódico y poner las hojas encima. La ventaja de los tendederos de malla es que las hojas se secan fácilmente por los dos lados sin tenerles que dar la vuelta. Con las hojas extendidas sobre papel de periódico hay que darles la vuelta todos los días para que se sequen uniformemente. Una vez bien secas se guardan en un recipiente hermético para que no se rehumedezcan hasta que se vayan a utilizar.
La extracción en seco consiste en tamizar las hojas a través de una malla o tamiz que deje pasar las glándulas de resina pero no los restos vegetales. Hay muchos tipos de tamices; algunos pequeños funcionan como una coctelera: tienen forma cilíndrica, con dos compartimentos separados por una malla, se ponen los restos en el compartimento superior, se cierra la tapa y se agita durante un rato. Las glándulas se desprenden de las hojas, atraviesan la malla y se acumulan en el compartimento inferior. Son muy baratos (desde 20 €), pero solo valen para cantidades muy pequeñas.
También se venden tamices más grandes, que permiten trabajar con mayor cantidad de hojas, pero el proceso es igualmente lento y tedioso, aunque si se usan con cuidado se puede obtener una calidad muy buena. Se pueden apilar varios tamices con distinto tamaño de poro para obtener distintas calidades en función del grosor de las glándulas de resina que quedan en cada uno. Además, con un tamiz de poro muy pequeño podemos purificar la resina eliminando el polvo y otros restos vegetales muy finos que hayan podido atravesar los tamices. Otro sistema en seco son los Pollinator, que tienen un tambor de malla que se llena con los restos y que gira gracias a un motor eléctrico. Es mucho más cómodo de operar y hay modelos de todos los tamaños, para tamizar desde cien gramos hasta varios kilos. En todos los sistemas de tamizado en seco hay que intentar trabajar con la mayor delicadeza para que no se rompan los restos vegetales y reducir al máximo la contaminación de la resina. Es importante trabajar en un ambiente lo más seco y frío posible, para que la resina se desprenda y atraviese el tamiz con mayor facilidad. Idealmente, mantendremos los restos en el congelador hasta el último momento y, si es posible, los tamizaremos en el exterior en pleno invierno. El hachís en seco o dry sift es especialmente apreciado por su potente sabor y aroma, aunque solo los de mejor calidad tienen una pureza comparable al hachís al agua.
Los sistemas de extracción al agua o Ice-O-lator tienen la gran ventaja de que se pueden usar con restos secos pero también con restos frescos, directamente después de manicurar y sin esperar a que se sequen, lo que ahorra mucho tiempo y trabajo. Consisten en una serie de sacos de malla de poros de distinto tamaño que se colocan en un cubo que se llena de agua con hielo y restos vegetales. Se remueve la mezcla durante un rato para que las glándulas de resina se rompan. Los restos vegetales flotan y quedan en la superficie, mientras que las glándulas de resina que son más pesadas caen al fondo y atraviesan las mallas. A continuación, se saca la primera malla, que es la que tiene los agujeros más grandes, y con ella salen los restos vegetales. Luego se van extrayendo una por una las distintas mallas, cada vez con poros más pequeños. En el fondo de cada una encontramos las glándulas de resina que no han pasado por los poros. Este sistema permite obtener distintas calidades de hachís muy limpio, sin apenas restos vegetales. El hachís al agua o Ice es muy apreciado por su limpieza y su pureza, pero por lo general tiene menos aroma y sabor que el hachís en seco.
