Conservación a largo plazo
El cannabis se ve afectado por la humedad, el calor, la luz y el oxígeno. En la medida en que limites su exposición a estos factores, se conservará mejor o peor. La humedad es lo más peligroso, pues si se humedece demasiado puede enmohecerse y destruirse en poco tiempo. El calor, por su parte, contribuye a evaporar los terpenos más volátiles, lo que afecta al aroma a fresco del que hablas y descompone los cannabinoides que influyen en la potencia de los cogollos. La luz contribuye al cambio de color del que hablas, ya que acelera la descomposición de la clorofila. Por último, el oxígeno favorece la degradación de los cannabinoides y reduce la concentración de THC. Resumiendo, para mantener la hierba fresca a largo plazo, lo mejor es secarla bien y luego envasarla al vacío para que no tenga contacto con el oxígeno y guardarla a oscuras en la nevera o, mejor aún, en el congelador. Cuanto más frío, mejor se conservan los terpenos y menos cambia el color. Un elemento clave es envasarla en varias bolsas de vacío independientes, de manera que las vayamos abriendo de una en una conforme nos haga falta, ya que no conviene abrir la bolsa, sacar parte del contenido y volverla a sellar, pues los cogollos que quedan habrán entrado en contacto con el aire y la luz.