Cosecha continua de autoflorecientes en interior
Los sistemas de cosecha continua tienen grandes ventajas para los autocultivadores con poco espacio, pues permiten aprovechar al máximo la luz de las lámparas. La principal ventaja de las variedades autoflorecientes para los sistemas de cosecha continua es que no necesitan un fotoperiodo diferente para el crecimiento y para la floración. Las plantas pueden vivir desde la germinación y hasta la cosecha bajo la misma lámpara y con el mismo fotoperiodo.
¿Cómo funciona un sistema de cosecha continua con autoflorecientes? La idea es llenar el espacio de cultivo poco a poco, sembrando nuevas plantas cada semana. Digamos que usamos semillas de una variedad de nueve semanas (63 días) y que en el espacio de cultivo caben dieciocho macetas. El primer lunes sembramos dos semillas, cada una en una maceta, a la semana siguiente, otras dos, y así sucesivamente. En la novena semana, el cuarto de cultivo estará lleno de plantas, pero las primeras ya estarán listas para la cosecha. Las cortamos, manicuramos y colgamos en el secadero y usamos las macetas que dejan vacías para sembrar dos nuevas semillas. A partir de ese momento, cada semana cosecharemos dos plantas y sembraremos dos nuevas semillas.
Este sistema es especialmente productivo si no se para nunca, y puede producir hasta ciento cuatro plantas al año (cincuenta y dos semanas cosechando dos plantas semanales). Si se hace bien, se pueden lograr varios kilos anuales con una única lámpara y en un armario de apenas un metro cuadrado.
La clave del éxito está en que durante las primeras semanas de vida las plantas son pequeñas y ocupan muy poco espacio y les dejan mucho sitio libre a las que están en plena floración, que pueden extenderse mucho más de lo que podrían hacerlo si todas las plantas tuvieran el mismo tamaño.
Las autoflorecientes no necesitan macetas muy grandes; en interior, con 7 o 10 l de sustrato tienen suficiente. Es importante, eso sí, sembrar las semillas directamente en la maceta definitiva para evitar los trasplantes y cuidarlas bien desde el principio, ya que cualquier problema, carencia o plaga les hace perder días de crecimiento, y eso influye directamente en la producción.
Las plantas automáticas tienen un ciclo de vida muy rápido, de entre sesenta y noventa días según la variedad, que no se puede alargar. Si una variedad de sesenta días no crece mucho por algún problema y se queda pequeña, no se puede hacer gran cosa: a los sesenta días hay que cosecharla aunque tenga pocos cogollos o sean pequeños. La duración es fija, pero se puede jugar con el fotoperiodo dándole más horas de luz para que tenga más energía que dedicar a producir cogollos. Veamos un ejemplo: una variedad no autofloreciente que pase un mes en crecimiento con un fotoperiodo 18/6 y dos meses en floración con fotoperiodo 12/12 recibirá 540 h de luz en crecimiento (30 x 18 = 540) y 720 h en floración (60 x 12 = 720), lo que hace un total de 1.260 h de luz a lo largo de los tres meses de vida. Una variedad autofloreciente de sesenta días que se desarrolle bajo un fotoperiodo 20/4 recibirá en dos meses 1.200 h de luz (60 x 20), prácticamente, lo mismo que la variedad no autofloreciente pero en un periodo de tiempo mucho más corto. El fotoperiodo 20/4 no es el único válido para las automáticas, también se obtienen buenos resultados con 18/6, 22/2 e, incluso, 24/0.
La colocación de las plantas dentro del espacio de cultivo debe hacerse con cabeza. Las plantas más pequeñas se colocan en el centro, donde estarán bien iluminadas, y se rodean por las más avanzadas. Este sistema hace que la luz llegue por igual a todas las plantas y permite que la lámpara se pueda acercar más e iluminar bien las pequeñas, que son las más bajitas, sin que reciban sombra de las más grandes. Una gran ventaja es que ya no hay que manicurar un armario entero de golpe, lo que suele llevar muchas horas de trabajo. Cada semana se manicuran dos plantas, algo que se hace en una o dos horas como mucho y que resulta hasta entretenido.