La fecha óptima de siembra depende del clima del lugar donde vayas a cultivar, del espacio que tengas disponible y de las variedades escogidas. En general, las variedades no autoflorecientes no se cosechan antes por sembrarlas antes, sino que se hacen más grandes. Por eso si tienes mucho espacio interesa sembrar pronto, y si cultivas en un balcón o en otro lugar donde prefieras que las plantas no crezcan demasiado, es mejor germinarlas más tarde. Como regla general, abril y mayo son los meses más adecuados, el tiempo ya suele ser cálido y hay muchas horas de sol, por lo que las plantas se desarrollan rápidamente y sin parones. En zonas muy frías o de montaña es mejor esperar a mayo o, incluso junio, mientras que en regiones costeras mediterráneas de buen clima abril es perfecto, siempre que el espacio sea suficiente.

Febrero es demasiado pronto; los días son tan cortos que muchas variedades se pueden poner a florecer prematuramente, lo que da muchos problemas después cuando los días se alargan y la floración se interrumpe. La siembra en febrero suele requerir, además de muy buen clima, añadir algo de luz artificial para alargar el fotoperiodo y evitar el problema de la floración prematura, pero, si se hace bien, se consiguen plantas enormes. Las variedades autoflorecientes se pueden sembrar en cualquier momento porque el fotoperiodo no les afecta, pero si se plantan cuando todavía hace frío y los días no son muy largos, crecerán menos y darán menor producción. Si lo que quieres es que el crecimiento y la producción de una variedad automática sea el máximo posible, lo mejor es germinar en mayo y cosechar en julio, así se aprovechan los meses de más luz y calor.