Viendo la fotografía, creo casi con toda seguridad que la planta tiene una carencia de algún nutriente inmóvil, puesto que las hojas que se han puesto amarillas han sido las más jóvenes. Los nutrientes móviles son aquellos que la planta puede cambiar de lugar, sacándolos de los tejidos viejos y llevándolos a los nuevos. Nitrógeno (N), fósforo (P), potasio (K) y magnesio (Mg) son nutrientes móviles; todos los demás son inmóviles: calcio (Ca), boro (B), cloro (Cl), cobalto (Co), cobre (Cu), hierro (Fe), manganeso (Mn), molibdeno (Mb), silicio (Si), azufre (S) y zinc (Zn). Cuando hay una carencia de un elemento móvil, los síntomas se ven en las hojas viejas, que cambian de color cuando la planta se lleva los nutrientes a los brotes en crecimiento, mientras que las carencias de los minerales inmóviles se aprecian en las hojas nuevas. En tu caso, sin duda, tu carencia es de un mineral inmóvil, aunque no es fácil saber cuál. Además, lo más probable es que la carencia no se deba a la falta de ese mineral en el sustrato, sino a un pH incorrecto o a un exceso de sales acumuladas en la tierra. Si pudieras recoger algo del agua de drenaje y medir el pH y el nivel de sales, te podrías hacer una idea de qué es lo que está mal. Idealmente, el pH debe estar entre 6 y 7 y la electroconductividad no debería superar los 2 mS/cm. Si no tienes un medidor electrónico de pH puedes usar un medidor de piscinas, que funcionan echando unas gotas de un reactivo a un poco del agua de drenaje y comparando el color con un tabla. No es tan preciso, pero puede ser suficiente para descartar que el pH esté alejado del correcto.

Un buen remedio para esta situación es regar muy abundantemente la planta con agua de lluvia para que arrastre el exceso de sales que pueda haber en el sustrato. Es importante que sea agua de lluvia para que no tenga sales disueltas; también sirve el agua destilada y la que sale de un filtro de ósmosis inversa. Lo que sí es esencial es que el riego sea muy abundante: debería salir por los agujeros de drenaje la mayor parte del agua que usemos, solo así se limpiará lo suficiente. Al terminar, prepararemos una regadera de agua con abono (en una dosis baja) y regaremos la planta. De este modo, después de haber eliminado todas las sales disueltas, aplicamos aquellas que la planta necesita. Tras este tratamiento deberíamos ver una mejora clara en cuestión de una o dos semanas, pero la planta se recuperará lentamente.

Comparto contigo la opinión sobre las macetas de tela. Al igual que las de poda aérea (que son de plástico pero están llenas de rendijas o agujeros por toda la superficie), dan muy buen resultado, pues permiten un desarrollo óptimo de las raíces gracias a la gran oxigenación que recibe el sustrato. Uno de los errores más clásicos de los cultivadores en macetas es regar las plantas en exceso, lo que lleva a una carencia de oxígeno en las raíces que perjudica al crecimiento. Las macetas de materiales respirables favorecen un secado más rápido del sustrato y una mayor oxigenación, por lo que los riegos pueden ser más frecuentes sin ahogar las raíces.