Diferencias entre glúcidos y aminoácidos
Los glúcidos, carbohidratos o hidratos de carbono son moléculas orgánicas. Son la forma principal de almacenar energía que tienen los seres vivos y el alimento o combustible habitual de las células. En otras palabras, la mayoría de los organismos vivos (de plantas y animales) son motores que funcionan a base de carbohidratos. Hay muchos tipos de glúcidos en función del número de moléculas que los formen. Los monosacáridos están formados por una sola molécula, los disacáridos por dos y los polisacáridos por muchas.
Las plantas, las algas y algunos otros organismos con capacidad fotosintéticas como las cianobacterias tienen la propiedad de crear, gracias a la fotosíntesis, carbohidratos. Básicamente, toman hidrógeno del agua, oxígeno y carbono del CO2 del aire y energía de la luz solar y crean un carbohidrato, la glucosa. El resto de los seres vivos del planeta se alimentan de los carbohidratos creados por las plantas, ya que no son capaces de crearlos.
Pero las plantas también pueden ahorrarse el trabajo de crear los carbohidratos y absorberlos directamente a través de las raíces, por eso los fabricantes de abonos los añaden a algunos de sus productos, para facilitar la vida a las plantas en los momentos en que tienen más gasto energético, como sucede durante la fase cumbre de la floración. Aplicando productos ricos en carbohidratos en la solución nutriente, se logra que las plantas tengan acceso a más energía de la que ellas pueden fabricar en un momento dado. Los glúcidos también alimentan a los microorganismos del suelo, que, a su vez, liberan nutrientes que las plantas pueden absorber.
Por lo general, los hidratos de carbono de los estimuladores suelen ser menos complejos que los hidratos de carbono de las harinas, bien porque las harinas hayan sido previamente descompuestas por fermentaciones de hongos, levaduras o bacterias, o bien porque se usen productos como melazas o sacáridos más simples. Además de aportar energía, los glúcidos favorecen el enraizamiento de las plantas y estimulan su sistema inmunitario. No se debe abusar de su uso, pues si se acumulan en el sustrato pueden también favorecer el crecimiento de bacterias perjudiciales para las plantas.
Los aminoácidos también son moléculas orgánicas, pero si los glúcidos aportan energía, los aminoácidos son ladrillos con los que los organismos fabrican cosas, desde tejidos hasta vitaminas o alcaloides. La función más conocida de los aminoácidos es la formación de proteínas, pero las enzimas, las vitaminas y los alcaloides, entre otros, también se crean a partir de los aminoácidos.
Al igual que sucede con los glúcidos, las plantas pueden fabricar aminoácidos o absorberlos directamente, lo que les ahorra un importante gasto energético y el laborioso proceso de fabricación. Al añadir aminoácidos a la solución nutriente con la que regamos las plantas, les permitimos disponer de una mayor cantidad de recursos que los que son capaces de elaborar por ellas mismas. Esto es especialmente útil durante la floración, cuando la gran demanda de nutrientes que supone la fabricación de miles de flores lleva al límite su capacidad de síntesis. La nutrición con aminoácidos estimula el crecimiento, aumenta la producción de clorofila y la efectividad de los abonos. La planta resiste mejor las situaciones de estrés como altas temperaturas, ataque de plagas, exceso de salinidad en el sustrato, falta o exceso de riego, déficit de nutrientes o enfermedades. Al igual que los carbohidratos, los aminoácidos también estimulan la vida microbiana del suelo y aumentan la producción de la cosecha.