Dióxido de carbono casero
El dióxido de carbono, también llamado anhídrido carbónico o simplemente CO2, es un gas muy habitual que se produce por medio de combustión, fermentación o descomposición de materiales que contengan carbono. Según la situación puede ser más o menos útil usar un sistema u otro. En un lugar frío donde el cultivo de interior necesita calefacción, el sistema más adecuado puede ser calentarlo con una estufa de butano que, además de calor, produce mucho CO2. Otro sistema útil es fermentar agua azucarada con levadura. En el mismo proceso que crea el vino a partir del mosto, las levaduras se comen el azúcar y producen alcohol y CO2.
Se puede fabricar un sencillo fermentador con una garrafa de agua de cinco litros. Se disuelve una taza de azúcar en tres litros de agua templada y se añaden quince gramos de levadura de panadería (no vale la levadura química de pastelería). Se vierte en la garrafa, se agita bien y se coloca en un punto cálido y elevado del indoor. Las levaduras comienzan a trabajar casi inmediatamente y el CO2, que pesa más que el aire, sale de la botella y cae sobre las plantas.
Otro sistema sencillo para producir CO2 se basa en mezclar vinagre con bicarbonato de sodio (el que se usa para la acidez de estómago). Ambos productos son muy fáciles de encontrar y cuando se juntan producen una gran cantidad de dióxido de carbono. Las plantas necesitan un aporte constante de CO2 como lo da la fermentación con levadura. Para lograr algo similar con vinagre y bicarbonato hay que ingeniar algún sistema para que el vinagre gotee muy lentamente sobre un recipiente lleno de bicarbonato.