La distancia entre las plantas y la lámpara debe ser la mínima posible, ya que cuanto más cerca estén mayor intensidad de luz reciben. La relación entre la cantidad de luz que llega a las plantas y la distancia que hay hasta la lámpara se rige por la ley del cuadrado inverso de la distancia, que dice que la intensidad de la luz es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia hasta el punto donde se origina. En otras palabras, si se logra reducir la distancia entre la lámpara y las plantas a la mitad, la intensidad de luz que reciben se multiplica por cuatro.

Por lo general, los fluorescentes se ponen muy cerca de las puntas de las plantas, entre 5 y 10 centímetros. Las lámparas de alta presión emiten mucho calor y requieren mayor distancia. Hay que situar las de 400 vatios a 30-50 centímetros y las de 600 vatios a 40-60 centímetros. Hay que vigilar la temperatura en las puntas de las plantas para que se mantenga dentro de los límites aceptables. La temperatura ideal para el cultivo es de 22 a 25 ºC. No pasa nada si los cogollos más cercanos a la lámpara tienen algunos grados ocasionalmente más, pero no deberían superar los 30º casi nunca