El riego con agua dura
Casi todas las aguas contienen sales disueltas y no suponen demasiados problemas para las plantas, salvo en los casos muy extremos o con especies de plantas muy sensibles. En el caso del cannabis, si el agua tiene menos de 0,5 mS/cm, se puede usar con bastante tranquilidad. Entre 0,5 y 1 mS/cm, puede emplearse, pero conviene hacer frecuentes lavados de las raíces y aplicar los abonos con moderación. En cambio, si la salinidad es mayor de 1 mS/cm, podemos tener problemas. Hay que tener en cuenta que a las sales presentes en el agua se suman las que añadimos en forma de abonos.
Las plantas que crecen directamente en el suelo acusan mucho menos el uso de agua salina, pues las sales se reparten en una cantidad de tierra mucho mayor y no alteran tan fácilmente ni el pH ni la EC del sustrato.
Las plantas que viven en macetas se encuentran en una situación más delicada, ya que, incluso en el mejor de los casos, no disponen de más de 40 o 50 l de tierra. Tras el riego, las plantas absorben el agua y una parte de las sales minerales, las que necesitan como alimento, pero el resto se queda en la tierra. Día tras día, el riego añade más sales al sustrato y llega un momento, tras varios meses de cultivo, en que el nivel de sales acumulada supera lo que las plantas pueden aguantar. Cada vez el crecimiento es peor, aparecen deficiencias minerales y se altera el pH del sustrato. Si no se pone remedio, las plantas pueden debilitarse mucho y llegar a morir.
La mejor forma de evitar esto es usar agua con pocas sales, idealmente agua de lluvia o de un filtro de ósmosis inversa. El agua que expulsan los acondicionadores de aire también es agua sin sales y puede usarse para el riego. Si solo se dispone de una cantidad pequeña de agua sin sales, siempre se puede utilizar para mezclar con agua del grifo y diluir así su salinidad.
Cuando la única agua disponible sea alta en sales y no haya más remedio que usarla, el mejor modo de evitar, o al menos reducir, la acumulación de sales es regar siempre en abundancia para que el agua que salga por los agujeros de drenaje arrastre parte de las sales acumuladas. También se pueden aprovechar los días de lluvia para recoger tanta agua como sea posible y darle a cada planta un gran riego con agua de lluvia, que lave la tierra y la deje casi limpia de sales acumuladas.