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Elaboración de aceite medicinal con cannabis

Estimado profesor, aquí un señor mayor de setenta años. El alto precio de los productos cannábicos para la artritis y articulaciones, la ansiedad y el sueño en las tiendas cannábicas (50 € por 10 ml de aceite de CBD) hace que sean productos solo aptos para gente que tiene una muy buena pensión, que no es mi caso. Me he puesto a cultivar para cubrir mi autoconsumo. Lo que planto lo mezclo con aceite de oliva virgen, que menudo precio tiene también, pero al menos me sale más barato que comprar productos de las tiendas cannábicas. Me vendrían bien algunos consejos. 

Seco la planta una vez troceada; cuando está seca, la tengo treinta minutos en agua caliente sin hervir y luego la vuelvo a secar bien. La separo en montones de 30 g, que meto en 700 ml de aceite de oliva virgen durante tres semanas, luego filtro el cannabis y separo el aceite de oliva, lo introduzco en tarros de cristal y lo mantengo a oscuras y a una temperatura de 15 ºC. Lo uso para masajear directamente donde necesite y también ingiero unas 6 u 8 gotas para estar tranquilo. También tomo unas cuantas gotas antes de ir a la cama para dormir profundamente. Creo que los problemas de los contaminantes los eliminamos así completamente o casi. ¿Qué opinas? Un saludo y gracias por adelantado. 

Emeterio

La producción de cannabis medicinal no requiere un proceso distinto del cultivo normal de cannabis, simplemente hay que tener presente que no debemos añadir ningún tipo de insecticida, fungicida o cualquier otro producto que pudiera dejar restos tóxicos en los cogollos. Mi consejo es vigilar las plantas a lo largo de todo el ciclo de vida para detectar la presencia de bichos y otras plagas lo antes posible. Si no se tienen muchas plantas, no debería ser difícil revisarlas a menudo y eliminar a mano cualquier bicho que se encuentre. Cuando llegue el momento de cosechar es importante cortar todas las hojas que no tengan resina, ya que es ahí donde se encuentran los cannabinoides que tienen los efectos medicinales. Una vez eliminadas las hojas grandes, se pueden secar las ramas enteras o cortar los cogollos en trozos y secarlos ya troceados. Es importante que los cogollos o las ramas no estén amontonados para que el aire circule fácilmente a su alrededor y evitar así el riesgo de que aparezcan hongos. Cuando la hierba esté bien seca, se puede emplearla inmediatamente en elaborar el aceite o almacenarla en un recipiente hermético en la nevera hasta que se vaya a usar. 

En mi opinión, si se usa hierba que uno mismo ha cultivado y se sabe con certeza que no se ha fumigado ningún producto tóxico sobre los cogollos, no hay necesidad de sumergirlos en agua caliente antes de meterlos en aceite. De hecho, el proceso de lavarlos en agua y luego secarlos añade un riesgo innecesario al proceso, pues es bastante fácil que los cogollos mojados puedan favorecer la aparición de moho y luego este se traslade al aceite de oliva. 

Los cogollos pueden meterse directamente en el aceite de oliva o triturarlos primero. Con el primer sistema, el aceite seguramente quedará más claro y sin trocitos pequeños de hojas, aunque puede que una pequeña parte de los cannabinoides no se acaben de disolver. El segundo sistema, al usar cogollos triturados, favorece una disolución rápida y completa de los cannabinoides, pero puede que queden pequeños restos vegetales flotando. Los cogollos pueden filtrarse del aceite con ayuda de un colador o un pedazo de tela o dejarse en el aceite indefinidamente. Se puede mantener a temperatura ambiente la botella de aceite cannábico que se esté empleando, pero la recomendación es que se guarden en la nevera las que se tengan de reserva, pues el frío siempre ayuda a conservar mejor los cannabinoides. 

Profesor Cáñamo

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