Extraer una planta del suelo
Si tu planta estuviera en floración y fuera más grande lo tendrías complicado, pues seguramente romperías demasiadas raíces en el proceso de extracción y trasplante y esta necesitaría mucho tiempo para recuperarse. En cambio, con una planta pequeña y en crecimiento, no es tan difícil. Busca una maceta bastante grande, sobre todo ancha, de unos veinte litros por lo menos. Mide el diámetro de la maceta y dibuja en el suelo, alrededor de la planta, un círculo del mismo tamaño que la maceta o un poco menor. Con la ayuda de una pala recta ve clavándola en el suelo para recortar el bloque de tierra que vas a trasplantar. A continuación, realiza con la pala otro círculo mayor que rodee al primero y saca con cuidado la tierra que hay entre uno y otro, creando una zanja circular de unos veinte o treinta centímetros de profundidad; esta zanja es necesaria para poder realizar el siguiente paso con comodidad. Por último, debes cortar el cepellón de la planta a la altura del fondo de la zanja; este es el paso más complicado y del que depende que puedas extraer el cepellón sin romperlo mucho. El último paso es levantar el cepellón e introducirlo en la nueva maceta. Coloca un poco de tierra suelta en el fondo de la maceta si esta es más profunda. Levanta el cepellón con mucho cuidado, puede que pese bastante y que necesites ayuda para moverlo. Mételo en la maceta y rellena con tierra los huecos que queden entre el cepellón y la maceta. Riega la planta con agua y un estimulador de raíces y colócala en un lugar a la sombra durante un par de días para que se recupere. Pasados dos días ya puedes recolocarla en su nuevo hogar a pleno sol.