La capacidad de germinación de las semillas de cannabis va bajando a lo largo de los años y depende, sobre todo, de las condiciones de germinación. Las condiciones ideales para que duren mucho son frío, oscuridad y humedad baja. En un recipiente hermético dentro de la nevera pueden mantener una buena germinabilidad durante tres o cuatro años, aunque siempre irá bajando algo. Si el primer año germinarán el cien por cien, puede que al cabo de tres años solo germinen el setenta u ochenta por ciento. Dentro del congelador, la conservación es aún mejor y pueden seguir germinando diez años después, aunque en un porcentaje más bajo. El problema con tus semillas es que estaban en un cajón y en unas condiciones desconocidas. Seguramente, en verano tenían temperaturas altas y probablemente no las conservabas en un recipiente hermético. En cualquier caso, hay posibilidades de que aún germinen. Mi recomendación para favorecer la germinación es que las metas en un vaso con agua del grifo (que tiene cloro y evita la proliferación de hongos y bacterias) durante 12 o 24 h antes de sembrarlas para asegurarte de que se hidratan bien. Luego, siémbralas entre hojas de papel de cocina húmedas o directamente en tierra pero a poca profundidad (no más de medio centímetro, para que no necesiten mucha energía para salir a la superficie). 

Puedes favorecer la hidratación de las semillas escarificándolas antes de meterlas en agua. Esta técnica consiste en rascar suavemente la cáscara de la semilla para que el agua penetre mejor. Para hacerlo, consigue un trozo de papel de lija fina y enróllalo en forma de cilindro, con la superficie de lija hacia el interior. Pon un trozo de celo para que el cilindro no se desenrolle, mete las semillas dentro y cierra los dos extremos con otros dos trozos de celo. Ahora agita el cilindro durante un par de minutos para que las semillas vayan frotándose contra la lija. Sácalas del cilindro y sumérgelas en agua durante 12 o 24 h y siémbralas. ¡Suerte!