Los sistemas de cultivo hidropónico buscan cultivar las plantas sin tierra. No es tan difícil como parece, se trata de que las raíces crezcan en un sustrato inerte como las bolitas de arcilla o la lana de roca. Son sustratos que no aportan nutrientes a las plantas, a las que el cultivador alimenta con una mezcla de agua y abono, denominada solución nutritiva, que usa para regar. La hidroponía puede ser un sistema de cultivo de alta productividad. Como el medio de cultivo es inerte y no interactúa con las plantas ni con el sistema de raíces, es más fácil mantener las plagas alejadas. Una ventaja añadida es que algunos medios de cultivo como las bolitas de arcilla son reutilizables muchas veces, por lo que se evita –como sabes– el sospechoso trabajo de acarrear sacos de tierra usada tras la cosecha camino del contenedor de basura, así como el también sospechoso trabajo de subir un montón de sacos de tierra en el ascensor en el mes de diciembre, cuando fuera hace un frío de muerte y nadie se dedica a la jardinería. Con la hidroponía basta con quitar las plantas y lavar las bolitas de arcilla para eliminar los restos de raíces o de sales acumuladas. 

Lo peor de la hidroponía es que es una técnica delicada en la que no se pueden cometer errores, pues las plantas los pagan enseguida. No olvidemos que las raíces carecen de la protección que les da la tierra, lo que provoca que un error tenga efectos casi inmediatos sobre la salud de las plantas. Para tener éxito en hidroponía hay que hacerlo todo bien. Si la bomba de riego se estropea y las raíces no reciben su dosis de agua, las plantas pueden deshidratarse en cuestión de pocas horas. Con un pH demasiado alto, las carencias se verán en horas o días; si el nivel de sales es excesivo, las plantas sufrirán desde el minuto uno. Aunque hay quien empezó directamente con hidroponía y lo encuentra facilísimo, en general es más complicado que cultivar en tierra. Es cierto que cuando se le coge el truco el cultivo se vuelve fácil y casi automático. Los cultivos hidropónicos son recomendables para cultivadores meticulosos a los que les guste hacer las cosas con precisión y atención, pero mucho menos adecuados para quien todo lo hace a ojo. Por ejemplo, en hidroponía hay que ajustar exactamente las cantidades de abono, el pH del agua y la EC de la solución nutriente. En las tiendas de cultivo de cannabis se venden muchos sistemas hidropónicos adaptados para el cultivo doméstico de cannabis. La mayoría se pueden ir acoplando y creciendo hasta adaptarlos al espacio disponible. Cada planta crece en un recipiente similar a una maceta, donde se introduce el sustrato hidropónico y las plantas. El depósito se llena con la solución nutritiva tras ajustar el pH y la EC, y se ajusta el programador de riego para que las raíces siempre permanezcan húmedas. Según el sistema se puede usar riego continuo o numerosos riegos cortos a lo largo del día. Es muy importante mantener la solución nutriente a una temperatura no demasiado alta, pues la cantidad de oxígeno en disolución desciende rápidamente conforme aumenta la temperatura del agua. Esta es la principal dificultad para usar un sistema hidropónico en climas muy cálidos, mantener la solución nutritiva a unos 20 ºC. 

La aeroponía es una versión aún más aventurada de la hidroponía; en este caso, las raíces de las plantas cuelgan en una cámara cerrada, donde son permanentemente pulverizadas por la solución nutriente. La enorme aireación de la que disfrutan las raíces acelera el crecimiento como en ningún otro sistema, y las producciones pueden llegar a ser espectaculares. Los inconvenientes son similares a los de la hidroponía pero aún más agudos, pues ni siquiera hay un sustrato inerte protegiendo las raíces; si se para la bomba de riego, las raíces se secan en cuestión de pocas horas, o menos, en clima cálido. 

En mi opinión, todos los sistemas de cultivo son buenos, siempre que el cultivador se lo tome con ganas y no se salte pasos ni se vuelva un vago. Cada sistema tiene sus necesidades. La tierra es fácil y perdona errores, pero también es sucia, hay que comprarla, acarrearla y, después de usarla, tirarla. La hidroponía es divertida, limpia, moderna y muy chula, pero hay que ponerle atención, dedicarle el tiempo necesario, disfrutar de cuidar las plantas y tomárselo más en serio que con la tierra. La ventaja es que la producción puede ser mayor y no hace falta entrar y sacar sacos de tierra del cultivo, basta con comprar bolitas de arcilla una sola vez. Con la aeroponía las ventajas y los inconvenientes de la hidroponía se acentúan. Ahora ya no hace falta sustrato, la producción puede ser máxima pero el riesgo de problemas si algo falla también es máximo. La decisión de qué sistema usar depende, sobre todo, de la dedicación que quieras prestarle.