La tierra no absorbe el agua
La composición de la mayoría de los sustratos para plantas está basada en la turba. Este material orgánico es el producto de la descomposición parcial de especies vegetales y se extrae de las llamadas turberas, lugares donde la turba se ha ido produciendo y acumulando a lo largo de miles de años, generalmente en condiciones de alta humedad y poco oxígeno. La turba contiene muy pocos nutrientes, pero tiene unas características que la hacen especialmente adecuada como sustrato. La turba tiene la capacidad de absorber una gran cantidad de agua y mantenerse esponjosa, por lo que las raíces crecen muy bien en ella. Unos de los problemas de la turba es que una vez se seca cuesta mucho volver a empaparla, y eso es lo que le ha sucedido a la tierra de tu planta. Hay dos formas de rehumedecerla correctamente. La primera es regarla por inmersión, es decir, colocar la maceta dentro de un cubo o barreño lleno de agua y dejarla un buen rato para que poco a poco vaya absorbiendo el agua. A veces la tierra está tan seca que flota en el agua y hay que ponerle un peso por encima para mantenerla sumergida. Es un sistema muy práctico con macetas pequeñas que pesan poco y se mueven con facilidad, pero no siempre se puede hacer si la maceta es muy grande. En este segundo caso, la recomendación es echar unas gotas de jabón concentrado de lavar platos (tipo Fairy, Mistol, etc.) en el agua de riego para que reduzca la tensión superficial y aumente la capacidad de penetración del agua en el sustrato. Por lo general, con el jabón, el agua empapa mucho más fácilmente la turba pero, a veces, hay que regar una vez, esperar un rato y repetir el riego para que la tierra se empape completamente. En el futuro, asegúrate de regar la tierra antes de que se seque completamente para que no se repita el problema, pero no debemos cometer el error contrario y mantener la tierra continuamente empapada, ya que eso es muy perjudicial, pues la falta de oxigenación puede favorecer que las raíces se asfixien y se pudran. Las hojas se han caído porque la planta, viendo que no recibía el agua necesaria, decidió reducir el número de hojas que tenía para no deshidratarse tan rápido. Si a partir de ahora está bien regada, ya no debería seguir perdiendo más hojas.