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Las tormentas no me dejan dormir tranquila

Las tormentas no me dejan dormir tranquila
Cada año se me rompen las plantas, o algunas de sus ramas, a causa de una tormenta fuerte en plena floración. Vivo en una zona donde el viento sopla mucho casi siempre, pero los días de tormenta hay auténticos vendavales, que son como una batidora para las plantas. Cada vez que hay tormenta me paso la noche en vela sufriendo por ellas y, por la mañana, siempre me llevo una sorpresa desagradable. ¿Qué es lo mejor que puedo hacer para evitarlo? ¿Hay variedades más resistentes?
Lucía

Las plantas grandes suelen sufrir más que las pequeñas y las más cogolladas lo pasan peor que las menos cogolladas. Si el viento viene acompañado de lluvia, los daños suelen ser mayores, puesto que los cogollos mojados pesan mucho más y ejercen más fuerza sobre los tallos cuando son agitados por el viento. Una gran planta, de las que miden dos o tres metros de altura y tienen al menos ocho o diez ramas grandes, puede aumentar su peso en varios quilos por el agua. Los días de lluvia las ramas se doblan por el peso y, a veces, los cogollos llegan a tocar el suelo. Si además hay viento, la combinación es terrible y los daños casi seguros. Si las plantas están en macetas y tienes donde resguardarlas de la tormenta, mi consejo es que lo hagas; aunque sea pesado y trabajoso moverlas, compensa. La lluvia favorece la aparición de hongos, y el viento rompe ramas y se pierden cogollos. Mete las plantas dentro de casa, en un garaje o bajo un porche. Si crecen en el suelo o no tienes donde meterlas a cubierto, no te queda más remedio que intentar minimizar los daños. Instala tutores para reforzar las ramas. Deben ser resistentes y algo flexibles, los de bambú van muy bien, las cañas también sirven y son fáciles de encontrar en nuestros campos. Clava los tutores alrededor de la planta y fija cada rama a un tutor con cuerdas o bridas. No aprietes demasiado las ataduras, las ramas deben poder moverse un poco pero no mucho. Si pones tutores bastante altos, que sobrepasen la altura de la planta, puedes colocar un plástico a modo de invernadero que proteja la planta, pero tienes que buscar la forma de fijarlo bien por los lados para que no se lo lleve el viento. Si usas plástico, déjalo puesto solo mientras dure la tormenta y quítalo en cuanto pare para que los cogollos se mantengan ventilados y no aparezca botritis.

Después de la tormenta, revisa siempre las plantas. Las ramas completamente rotas y separadas de la planta no se pueden salvar, lo único que puedes hacer es ponerlas a secar para aprovechar los cogollos aunque no estén del todo maduros. Las ramas que se hayan roto a medias y todavía se mantengan más o menos unidas a la planta se pueden intentar reparar colocándolas en su posición natural y reforzando la zona quebrada con varias vueltas bien apretadas de cinta americana (la de color gris y alta resistencia) y fijándolas a un tutor que le facilite mantenerse en posición. Si al día siguiente las hojas de la rama rota se han marchitado, hay que cosechar toda la rama porque no se va a recuperar. En cambio, si las hojas siguen bien, podemos confiar en que la planta será capaz de cicatrizar la herida y los cogollos de la rama acabarán de madurar.

En días de tormenta, las macetas pequeñas con plantas grandes son las primeras que tumba el viento, especialmente si no están bien regadas. Las macetas de plástico también tienen mayor tendencia a volcar que las de barro, debido a su menor peso. En general, las macetas anchas y bajas son más estables que las estrechas y altas que se usan en interior.

En zonas de viento habitual, lo mejor es ir reforzando la estabilidad de las plantas con tutores y cuerdas desde que son jóvenes. Las ramas atadas con cuerdas se bambolean menos y el riesgo de rotura es más bajo. Siempre hay que atarlas poco apretadas para que las ramas puedan engordar sin que la cuerda estrangule el tallo. Algunos cultivadores instalan una barrera contra el viento alrededor de la zona de cultivo. Se puede construir una valla con brezo, cañizo o algún material similar cada año o sembrar un seto vivo, que durará mucho tiempo. En cualquier caso, no hay que ponerlo demasiado pegado a las plantas para evitar que les quite horas de luz solar o que impida una correcta ventilación de los cogollos.

En zonas con mucho viento fuerte, la mejor solución es fabricar un invernadero para que las plantas crezcan tranquilas y a salvo de vendavales. En general, las variedades índicas son más pequeñas y tienen tallos más robustos que las sativas, por lo que suelen resistir mejor el viento y la deshidratación que provoca.

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