Uno de los efectos negativos más perjudiciales del uso excesivo de fertilizantes químicos es que los tejidos de las plantas, sus hojas y sus tallos, se vuelven débiles y tiernos, muy apetecibles para las plagas. Es verdad que las plantas crecen rápidamente pero, si no pueden resistir a los bichos, de poco sirve. Los pulgones son una de las plagas que más atraídas se sienten por las plantas muy abonadas. El nitrógeno presente en los abonos de crecimiento, si se usa en cantidades excesivas, hace que las hojas sean muy jugosas y al pulgón eso le encanta. 

La agricultura moderna ha aumentado sin duda la producción del campo pero también ha creado un desequilibrio en los ecosistemas que favorece la aparición de plagas, por eso hay que usar muchos más pesticidas que antes. Los agricultores orgánicos, por el contrario, logran mantener el suelo y el ecosistema más equilibrado y sano, lo que repercute en plantas con menos bichos. Una teoría interesante para explicar este fenómeno es el concepto de equilibrio nutricional. En esencia, una planta que se encuentra en equilibrio nutricional, es decir, sin excesos ni deficiencias de ningún nutriente, está en la mejor posición para defenderse de las plagas. 

La idea anterior fue desarrollada por el francés Francis Chaboussou (1908-1985), quien afirmaba que, para que una plaga ataque a una planta, esta debe proporcionarle los nutrientes que necesita, especialmente azúcares y aminoácidos. La mayoría de los insectos buscan estos nutrientes en su forma soluble, ya que son más fáciles de absorber y digerir. Los nutrientes disueltos en la savia de la planta son mucho más atractivos para las plagas que los tejidos vegetales. En la naturaleza, una planta equilibrada absorbe solo los nutrientes que necesita y los utiliza a medida que los obtiene, con lo que evita el exceso de nutrientes solubles acumulados en la savia. Cuando las plantas están sanas, sintetizan muchas proteínas y utilizan todos los aminoácidos a medida que los obtienen, lo que resulta en pocos aminoácidos libres en la savia. Esto dificulta la alimentación de las plagas. 

Los fertilizantes químicos desequilibran el metabolismo de las plantas al inundarlas con nutrientes solubles. La alta salinidad obliga a las plantas a absorber estos nutrientes, pero no pueden utilizarlos adecuadamente debido al desequilibrio que esto causa, lo que reduce la síntesis de proteínas y resulta en la acumulación de aminoácidos libres en la savia, convirtiéndola en un festín apetitoso para las plagas. El uso de fertilizantes orgánicos ayuda a reducir este problema, pero es importante tener cuidado de no abusar de ellos, ya que un uso excesivo también puede favorecer la proliferación de plagas. Igualmente se pueden cultivar plantas sanas con abonos químicos pero es esencial usarlos en dosis moderadas, para no aumentar la cantidad de nutrientes solubles en la savia.