Los gusanos me matan
De entre todos los insectos que atacan al cannabis, las orugas devoradoras de cogollos son de los más temibles. Hay varias especies responsables, todas de la familia Noctuidae, que se alimentan de cannabis en su fase de oruga o larva. Las más habituales son Spodoptera exigua y Spodoptera littoralis, pero también Autographa gamma, Plusia chalcites y Helicoverpa armígera. Siempre llegan cuando la mariposa o polilla, que es la fase adulta de la especie, pone los huevos en las plantas. Cuando estos eclosionan aparecen las pequeñas orugas, que crecen a una gran velocidad conforme se van alimentando del cannabis. Al llegar a su máximo tamaño (4 o 5 cm) forman un capullo de seda que suele estar camuflado en el interior de una hoja doblada sobre sí misma. Realizan la metamorfosis dentro del capullo y, tras pasar por una fase de pupa, emergen convertidas en polillas o mariposas y vuelan en busca de nuevas plantas donde poner los huevos para continuar el ciclo.
Las orugas no son muy dañinas cuando son pequeñas o cuando las plantas no tienen cogollos, pero en la floración se convierten en un auténtico problema. La mejor forma de combatirlas es fumigando periódicamente con Bacillus thuringiensis, llamado comúnmente BT, un microorganismo muy utilizado en la lucha biológica contra orugas por su efectividad y facilidad de uso. Se compra en polvo y se fumiga sobre las plantas disuelto en agua. No tiene ninguna toxicidad para las personas, pero es letal para las orugas: en cuanto mastican una hoja sobre la que se haya fumigado, se enferman, dejan de comer y mueren de inanición en pocos días. Es especialmente efectivo cuando las orugas son pequeñas pero no tanto con las más grandes, por eso es esencial fumigar periódicamente desde que las plantas son jóvenes y sin esperar a ver las orugas.
La utilización de BT es la mejor arma contra las orugas, pero no está de más combinar su utilización con la caza manual, que no es otra cosa que vigilar las plantas en las horas más frescas del día, normalmente a primera hora de la mañana y a última de la tarde, que es cuando las orugas abandonan su escondite en el interior del cogollo y pueden ser vistas comiendo en el exterior. Esta es la mejor forma de acabar con los ejemplares más grandes y que pueden ser resistentes al BT. Si vemos una, la cogemos con la mano (podemos usar guantes de látex si somos muy escrupulosos) y la pisamos hasta chafarla bien. Cuando detectemos cacas de oruga sobre una hoja (son bolitas de color negro o marrón de uno o dos milímetros de diámetro), podemos buscarla dentro del cogollo, abriéndolo con cuidado con las manos. Otras veces observaremos que alguna de las hojas del cogollo, de las que solo vemos las puntas, empiezan a amarillear, muchas veces esto sucede porque la oruga se ha comido la base de esta hoja y ya no está unida al resto de la planta.
El mayor problema con las orugas se da cuando las plantas ya tienen cogollos, pues suelen introducirse en su interior para estar protegidas del ataque de los depredadores, pájaros, sobre todo. Se comen los pequeños tallos del cogollo e impiden que la savia llegue a las flores, por eso se secan algunos trozos del cogollo. Pero lo peor es que van dejando restos a medio comer y cacas que se enmohecen con mucha facilidad, sobre todo infectadas por la botritis, un hongo muy pernicioso para el cannabis que cuando infecta un cogollo puede pudrirlo completamente en una o dos semanas. La botritis es una plaga que puede atacar a toda la planta, pero su agresividad es máxima con los cogollos y, especialmente, cuando están cerca de la madurez, pues su grosor y densidad impiden que se aireen bien y esto favorece la aparición y el crecimiento del hongo.
Una vez se asienta en una planta la botritis es dificilísima de erradicar completamente. Hay que ir cortando todo el material infectado pero, como se reproduce por esporas, que son microscópicas y se producen por millones, resulta imposible eliminarlas todas y la infección continúa reapareciendo. Los tratamientos preventivos son fundamentales para evitar la aparición del hongo y se pueden efectuar con decocción de cola de caballo, propóleo, jabón potásico o azufre.
Los cultivadores que viven en regiones con muchas lluvias saben que la botritis acabará apareciendo tarde o temprano, pero que deben evitar las orugas a toda costa si quieren tener una oportunidad de que las plantas maduren, ya que en cuanto aparece la infección lo único que se puede hacer para aprovechar lo que todavía está sano es cosechar la planta inmediatamente aunque no esté completamente madura.