Los malditos caracoles
Siempre es recomendable realizar la germinación de las semillas en pequeñas macetas y trasplantar las plantas al suelo cuando ya tienen un cierto tamaño y varios pares de hojas. La razón es que las plántulas germinadas son muy delicadas y pueden morir fácilmente por el ataque de los caracoles, como has comprobado, pero también por babosas, pájaros o conejos. Las plantas que te desaparecieron fueron probablemente también víctimas de los caracoles, pero perfectamente pueden haber sido los pájaros. Además de los bichos, existe siempre el riesgo de que las plantas recién germinadas se vean dañadas por una tormenta fuerte o sean pisadas por un animal, puede que incluso tu perro o tu gato jugando las destroce. De hecho, es recomendable vallar el espacio en el que crecen las plantas para que las mascotas no entren; los gatos a veces se comen las hojas o hacen pis junto a ellas. Incluso esperando dos semanas a que las plantas crezcan en las macetas antes de trasplantarlas hay que tomar precauciones contra los caracoles y las babosas, pues también atacan a las plantas jóvenes. Hay distintas formas de combatirlos, la más sencilla es esparcir cebo anticaracoles y babosas, que son unas pequeñas bolitas que contienen cebo envenenado y cuando se las comen se mueren. Si preferimos métodos más ecológicos, podemos crear una barrera alrededor de los tallos que no puedan atravesar con piedras de lava volcánica (se pueden encontrar sacos de lava volcánica en las tiendas de jardinería). Otro método es crear una barrera de cáscaras de huevo troceadas, posos de café o ceniza de leña; a los caracoles y a las babosas no les gustan nada pasar por encima y lo evitarán, pero es importante renovar la barrera después de cada lluvia.
También es fácil construir trampas para capturar y eliminar los caracoles y las babosas. Hay dos técnicas que funcionan muy bien. La primera consiste en colocar platos con cerveza: los caracoles se sienten atraídos por el olor, se meten en la cerveza y se ahogan. Otro sistema es situar cartones sobre el suelo para que los caracoles y las babosas se refugien bajo ellos durante el día. Cada mañana les damos la vuelta y cogemos todos los que encontremos. Podemos matarlos o, si nos dan pena, tirarlos lejos del jardín.