Cada variedad de cannabis presenta una mezcla distinta de terpenos. Cada uno de ellos tiene un efecto que, junto a los provocados por los cannabinoides, genera una psicoactividad concreta y propia de esa variedad de marihuana. La resina del cannabis contiene hasta 120 terpenos, de todos ellos, el mirceno suele ser el más abundante en las variedades psicoactivas, aunque dependiendo de la variedad su presencia puede oscilar entre el 16 y el 80% del total. Su olor es terroso y se parece al del clavo, y tiene notas cítricas, afrutadas, verdes y mentoladas. Es un terpeno presente en otras plantas como el mango, el lúpulo, la verbena o el limoncillo. El famoso escritor cannábico Ed Rosenthal ha escrito sobre la correlación entre el nivel de mirceno y el tipo de efecto psicoactivo de una variedad de cannabis. Según él, los efectos del mirceno y el THC se potencian cuando se consumen a la vez. La explicación más probable es que el mirceno aumenta la permeabilidad de la barrera hematoencefálica, lo que a su ver provoca que entre al cerebro más cantidad de THC de la que entraría sin haber consumido mirceno. Aprovechando uno de los alimentos más ricos en mirceno, Rosenthal se ha inventado el truco del mango: supuestamente, comer un mango maduro una hora antes de fumar cannabis hace que la experiencia sea más intensa. El mirceno tiene propiedades antiinflamatorias, sedantes y está indicado como relajante muscular. Al menos una investigación que yo conozca ha intentado clasificar las variedades en función de los terpenos que contienen. Los científicos encontraron que β-mirceno es dominante sobre todo en variedades “principalmente índicas”, seguido por el limoneno o el α-pineno como segundo terpenoide más abundante. Las variedades “principalmente sativas” se caracterizan por un perfil de terpenos más complejos: algunas variedades tienen como terpeno dominante α-terpinoleno o α-pineno, mientras que en otras domina el β-mirceno pero combinado con α-terpinoleno o trans-β-ocimeno.