Hay varias especies de orugas que atacan al cannabis. Las más comunes son: Spodoptera exigua, Spodoptera littoralis, Autographa gamma, Chrysodeixis chalcites y Helicoverpa armigera. El mejor método para luchar contra las orugas es, sin duda, pulverizar las plantas con Bacillus thuringiensis (BT). Es una bacteria inocua para el ser humano pero letal para las orugas. En cuanto comen de una hoja o una flor inoculada con BT se ponen enfermas, dejan de comer inmediatamente y mueren en pocos días. Es un fantástico remedio especialmente para eliminar las orugas jóvenes, ya que cuando son adultas se vuelven más resistentes. Para asegurarse de que se controlan con éxito es importante fumigar las plantas cada dos o tres semanas y desde que son jóvenes. La lluvia arrastra el BT de las hojas, por lo que es importante volver a fumigar cada vez que llueva.

Las orugas nacen de los huevos que ponen las mariposas. Otra forma de evitar sus daños es impedir que las mariposas lleguen a las plantas. Para lograrlo se pueden crecer las plantas dentro de un invernadero de malla antiinsectos que mantenga alejadas a las mariposas y otros insectos voladores. Aparte del BT, que es específico contra las orugas y especialmente efectivo, también hay otros insecticidas de amplio espectro que matan a las orugas, como las piretrinas, el jabón potásico y el aceite de nim. El problema es que son insecticidas de contacto y si la oruga se encuentra escondida en el interior del cogollo resulta casi imposible lograr que el insecticida la toque. Es una buena idea revisar las plantas al atardecer o al amanecer, ya que son las horas en las que las orugas suelen salir de sus escondites y se pueden ver con más facilidad. Los pequeños excrementos negros que dejan pegados por las hojas también son una buena pista de dónde puede haber una oruga (casi siempre están por encima de la caca, dentro del cogollo).