Cada planta es diferente y no todas crecen a la misma velocidad, del mismo modo que no todas huelen igual ni tienen la misma potencia. Incluso dentro de la misma variedad de cannabis, cada planta tiene sus peculiaridades. Por eso se escogen las mejores plantas y se guardan como madres de las que sacar esquejes; es la única forma de conservar los rasgos exactos de una planta. La siembra a partir de semillas siempre tiene un cierto grado de incertidumbre, porque nunca se puede saber con total seguridad cómo serán las plantas. También es posible que las condiciones de temperatura, humedad, sustrato o nutrientes en que crecen tus plantas sean más adecuadas para una variedad que para otra, y por eso esté creciendo con mayor rapidez.

En cualquier caso, el hecho de que una planta crezca más lentamente no tiene mucha importancia. Hay plantas que empiezan lentamente pero que acaban siendo muy productivas, o muy potentes. En general, las variedades fuertes, vigorosas y de crecimiento rápido suelen ser muy apreciadas por los cultivadores comerciales y por los novatos, por lo fácil que resulta cultivarlas y lo productivas que son. Los cultivadores más sibaritas, sin embargo, suelen escoger variedades de sabores peculiares, potencias extremas o psicoactividades muy estimulantes, que con frecuencia no son tan fáciles de cultivar ni crecen con tanta rapidez.