Las causas habituales de la baja productividad suelen ser: genética, plaga, enfermedad, hambre o falta de sol. Según la causa, la solución es distinta. Si la genética es poco productiva, no hay mucho que hacer; para producir mucho hace falta una genética que pueda producir mucho, así que cambia de variedad.

Las plagas se alimentan de la planta y le quitan fuerza y energía, que ya no puede dedicar a la producción de cogollos, de ahí la baja producción. Si eliminamos el bicho que se está comiendo la planta, esta recuperará su energía y la podrá dedicar a hacer cogollos.

Las enfermedades, al igual que las plagas, debilitan a las plantas. Las plantas sanas son siempre mucho más productivas que las enfermas. En este caso, la solución pasa por eliminar la enfermedad.

Como cualquier ser vivo, para crecer más necesita comer más. Si la cantidad de alimentos disponible no es suficiente, por mucho que la planta tenga una genética propicia, esté sana y libre de plagas, nunca podrá crear grandes cogollos, puesto que le faltarán los nutrientes necesarios. Lo mismo sucede con la falta de sol: la luz es el motor de la fotosíntesis y esta es la base energética de la planta. Sin sol suficiente, la alta producción no es posible. Para dar buena producción las plantas necesitan por lo menos cinco o seis horas de sol directo y bastante luz el resto del día.