Prevención de hongos
Hasta ahora parece que todo lo has hecho bien. Has creado una buena tierra añadiendo turba para aumentar la capacidad de absorción de agua y estiércol de conejo como fertilizante orgánico de fondo. Los riegos y las pulverizaciones con purín de ortigas contribuyen a aportar algo más de nitrógeno pero también a estimular el crecimiento y el vigor de las plantas gracias a las fitohormonas que contiene. Lo único que puede que escasee algo hacia el final de la floración es el fósforo, pero lo puedes resolver esparciendo un poco de guano de aves por encima de la tierra si es que llega a hacer falta.
Si las plantas están sanas, a los hongos les cuesta hacer su aparición. Claro que todo depende del clima y de las condiciones de cultivo. Si hay mucha densidad de plantas, si las ramas se tocan entre sí o rozan el suelo, si llueve mucho y los cogollos permanecen mojados mucho tiempo, los hongos encontrarán lugares idóneos para germinar y desarrollarse y los veremos aparecer. En cambio, en un clima seco, ventilado, con plantas sembradas con la suficiente separación como para que no sombreen ni se toquen unas con otras, puede que llegue la cosecha sin haber visto ningún tipo de hongo. El mejor preventivo para los hongos es el sol y el aire, que mantienen la humedad baja y crean unas condiciones no adecuadas para su crecimiento. Si las condiciones no son idóneas puede ser buena idea fumigar las plantas con jabón potásico como antifúngico preventivo, ya que crea una capa de pH alto en la superficie de las hojas que dificulta la germinación de las esporas. El problema es que se lava cuando llueve y su efectividad es limitada.