Primeros híbridos índica/sativa
Los artífices de los híbridos índica-sativa tan populares hoy en día fueron cultivadores estadounidenses en los años setenta y en estados como California. Tras años de cultivar variedades sativas colombianas, mexicanas y panameñas, empezaron a experimentar primero con las genéticas de la India y de Tailandia que traían los hippies, y algo después, con las primeras variedades afganas y pakistaníes provenientes de las montañas del Hindu Kush. Estas variedades de hoja ancha, talla baja y muy resinosas se cultivaban principalmente para fabricar hachís y, por provenir de latitudes más al norte que las sativas, tenían una fecha de cosecha más temprana. Los californianos ya se habían dado cuenta de que las variedades mexicanas maduraban antes que las colombianas o tailandesas, aunque eran menos potentes, y ya realizaban híbridos entre distintas especies sativas con el fin de adelantar la fecha de cosecha para poder recoger las plantas antes de que llegara el frío a California. Las variedades índicas afganas les permitieron aceleran mucho más la cosecha, pues los híbridos maduraban a principios o mediados de octubre en lugar de en noviembre o diciembre. Otra gran ventaja de los híbridos índica-sativa es que daban lugar a plantas de talla más pequeña, que resultaban más discretas frente a la policía y que permitieron más adelante, cuando la tecnología de iluminación mejoró y la persecución policial aumentó, empezar a cultivar en interior. El gran tamaño de las sativas hace que sea muy complicado cultivarlas en interior, pero al hibridarlas con índicas se logró mantener su tamaño mucho más contenido, lo que facilitaba enormemente el cultivo con luces.