Protección eléctrica de un interior
En un armario de cultivo hay agua y electricidad, dos elementos que no se deben mezclar. Lo más importante es que el sistema eléctrico cuente con las protecciones adecuadas, básicamente, debería haber un circuito exclusivo para el cultivo con un diferencial y un interruptor magnetotérmico, así como una toma de tierra. De este modo, estaremos protegidos frente a cortocircuitos, fugas eléctricas o consumos excesivos. Todo el cableado debe tener el grosor suficiente como para soportar la carga eléctrica sin recalentarse.
Como regla general, sugiero que la electricidad vaya por arriba y el agua por abajo. Esto quiere decir que luces, ventiladores, extractores, enchufes y demás elementos eléctricos deben estar situados en la parte alta del armario, alejados de los riegos y protegidos de una posible fuga de agua. El riego manual es mucho más seguro que el riego automático, puesto que siempre estaremos presentes cuando el agua esté en movimiento. Un riego gota a gota automático implica una bomba de agua que se pone en marcha ella sola cuando nadie está vigilando y, si hay una fuga de agua a presión, puede alcanzar fácilmente algún elemento eléctrico y causar un cortocircuito. Debe haber algún tipo de piscina o contenedor (la mayoría de los armarios de cultivo lo llevan incorporado en la base) que recoja el agua de drenaje de las plantas para que no se moje el suelo y pueda filtrarse al piso de abajo. Los balastros y las bombillas de las lámparas de alta presión se calientan mucho y, si tocan las paredes de tela del armario o algún elemento inflamable, pueden ocasionar un incendio. Es esencial prestar mucha atención a dónde y cómo se instalan para evitarlo. Lo mismo sucede con los ventiladores oscilantes: hay que asegurarse de que al moverse no se enredan con nada. Por último, conviene equipar la habitación con un detector de humos que avise con una alarma si empieza un incendio, y un extintor para poder apagarlo rápidamente.