Los sistemas hidropónicos se basan en el cultivo sin tierra y usan sustratos como la arlita (bolitas de arcilla) o la lana de roca (una especie de fibra inerte), que no tienen nutrientes, por lo que toda la comida se debe aportar en forma de fertilizante líquido disuelto en el agua de riego. Son sistemas que se riegan muy frecuentemente, a veces varias veces al día y otras veces de manera continua, por lo que requieren el uso de una bomba de agua y un sistema de riego automático por goteo. El montaje de un sistema hidropónico es algo más complejo que el de un cultivo con tierra y macetas, pero hoy en día hay muchos sistemas que son bastante sencillos y se venden listos para ensamblarse en casa en un rato y sin complicaciones. Las ventajas principales de la hidroponía es que las plantas crecen muy rápido y producen mucho, ya que el aporte de nutrientes y oxígeno a las raíces suele ser muy alto, mayor que con tierra. Generalmente, los sistemas hidropónicos bien llevados dan las producciones más altas. Además, son muy limpios y no requieren materiales del exterior (aparte del agua y los abonos), por lo que no llamaremos la atención de los vecinos trayendo sacos de tierra a casa en pleno invierno. Como no hay nutrientes en el sustrato, nosotros somos los únicos responsables de que las plantas reciban todo lo que necesitan y tendremos que vigilar y controlar con precisión la composición de la solución nutriente, su pH y su EC. Por ello necesitamos un abono especial para hidroponía y medidores de pH y EC. Con estos elementos elaboraremos la solución nutriente y nos aseguraremos de que cumpla los parámetros necesarios. Si el pH es demasiado alto o demasiado bajo, la planta no podrá absorber todos los nutrientes. Si la EC es demasiado alta, las plantas acabarán sobrefertilizadas, y si es demasiado baja, tendrán deficiencias nutritivas. Pero si todo está controlado crecerán al máximo.

El hecho de que seas novato en el cultivo no es un problema siempre que estés decidido a dedicar tiempo cada día a las plantas, sobre todo al principio, hasta que le pilles el punto al cultivo. Una vez aprendas a llevarlo bien, el cultivo hidropónico da muy poco trabajo, solo hay que mezclar nueva solución nutritiva una vez o dos por semana y dedicar unos minutos cada día a comprobar que se mantenga dentro de los parámetros correctos. Conozco varios cultivadores que aprendieron directamente con hidroponía y tienen grandes cosechas sin haber cultivado nunca con tierra. La clave está en ser constante y no saltarse pasos. Es una técnica que permite controlar exactamente las condiciones de cultivo y ajustar con precisión las dosis de fertilizante para lograr el máximo crecimiento. Como no se introduce tierra en el cultivo, resulta más fácil mantener las plantas libres de plagas. Por supuesto, también tiene algún inconveniente, como que las raíces están mucho más desprotegidas que si crecen en tierra, por lo que cualquier error se paga más caro. Suelen requerir varios riegos diarios, por lo que es necesario instalar un programador, un sistema de riego automático y un depósito donde almacenar el agua fertilizada. El agua en movimiento siempre supone un riesgo, pues cualquier fuga puede causar un desastre. Si la bomba de agua se estropea o el programador se desajusta y las plantas se quedan sin riego, pueden sufrir graves daños en muy poco tiempo.