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¿Qué hago en caso de mal viaje?

¿Qué hago en caso de mal viaje?
No he vuelto a fumar cannabis desde que lo probé hace cuatro años en una fiesta con un grupo de amigos. Me sentó fatal: me entró un gran agobio y lo pasé muy mal hasta que se me pasó el efecto. En los últimos meses tengo un grupo nuevo de amigos que suelen fumar habitualmente y estoy pensando en volver a probarlo. No es que ellos me presionen, ni mucho menos, siempre han respetado mi opción, pero creo que podría darle una nueva oportunidad a la marihuana. ¿Puedes darme algún consejo para no volver a tener otra mala experiencia?
Alba

Los efectos de las drogas, de todas ellas, tanto las legales como las ilegales, duras o blandas, dependen de varios factores. Las experiencias previas del consumidor, la dosis o el ambiente donde se consumen influyen mucho en las sensaciones experimentadas. La misma dosis en circunstancias diferentes puede producir efectos diametralmente opuestos, especialmente entre consumidores poco experimentados. Casi siempre que el cannabis da un mal viaje, entendiendo por esto una experiencia desagradable del tipo que sea –ansiedad, paranoia, mareo, nerviosismo o náuseas–, suele ser por sobredosis o miedo. La sobredosis de THC sucede con mucha facilidad entre consumidores novatos y muy raramente entre experimentados, principalmente porque los novatos tienen una tolerancia tan baja al THC que se colocan mucho con dosis que los consumidores experimentados apenas notan. Esto sucede porque el cuerpo se acostumbra al THC con rapidez y enseguida hacen falta dosis mayores para obtener el mismo efecto. Los consumidores habituales usan dosis mucho más altas que los novatos, y aquí está el peligro: si el novato fuma como uno más, seguramente acabará agobiado o mareado. Un par de caladas a un porro bien cargado puede mandar a alguien sin experiencia al infierno del mal viaje. La mejor forma de evitar una sobredosis en las primeras veces que se consume cannabis es fumar muy poco, apenas una pequeña calada, y esperar unos minutos hasta sentir el efecto que produce antes de dar otra calada. De este modo, el efecto se alcanza poco a poco y el usuario puede controlarlo. La mezcla de cannabis con otras sustancias como el alcohol puede potenciar sus efectos, por lo que habría que evitarlo, al menos hasta que el consumidor se habitúe al efecto del cannabis y conozca la dosis que requiere. Evita darle una calada al porro cada vez que te lo pasen; ellos llevan su ritmo habitual de consumo pero tú todavía no sabes cuál es el tuyo. Disfruta con dosis muy bajas, lo justo para que notes un cambio en tus percepciones pero sin que el efecto sea muy intenso. Los primeros colocones de cannabis pueden ser maravillosos, pues te abren la mente a unas experiencias completamente nuevas. No tengas prisa por consumir más, ve poco a poco.

Los efectos físicos de una sobredosis de cannabis no son peligrosos y en unas horas el mal viaje desaparece, pero los riesgos psíquicos son mayores. Un mal viaje puede producir una gran angustia en el afectado y provocar incluso un brote psicótico en personas con propensión. El mal recuerdo puede permanecer mucho tiempo, generando ansiedad y miedo, que también podrían desencadenar una mala experiencia. El miedo es el otro de los grandes responsables de los malos viajes cannábicos. El ambiente en el que se lleva a cabo el consumo y el estado de ánimo previo del consumidor tienen una gran importancia en el efecto. Quien consume por presión social de los amigos, en un lugar donde no se siente cómodo, estando deprimido o enfadado, tiene muchas probabilidades de pasar un mal rato. Si quien prueba un porro no está seguro de querer hacerlo, si teme desinhibirse demasiado o perder el control, es muy probable que su cerebro le juegue una mala pasada y se encuentre con un ataque de ansiedad o un fuerte mareo. Casi todos los fumetas han experimentado en alguna ocasión un mal viaje en forma de paranoia, nervios, mareo o agobio. Casi siempre empieza porque el efecto psicoactivo resulta más fuerte de lo esperado o la variedad consumida produce una sensación más estimulante o nerviosa de lo que se está acostumbrado. Lo mejor que se puede hacer en estos casos es permanecer tranquilo sabiendo que en una o dos horas el malestar habrá desaparecido. Durante ese rato conviene sentarse y comer o beber algo dulce, que ayuda a que el efecto pase antes. Salvo que la persona pierda el conocimiento o tenga un auténtico ataque de pánico o episodio psicótico, no hay que ir a urgencias; no podrán hacer gran cosa y, probablemente, la experiencia sea peor en una sala del hospital que en el sofá de casa.

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