Regar con el agua del acuario
Los excrementos de los peces y los restos de plantas muertas son materia orgánica rica en nutrientes, sobre todo, nitrógeno, que resulta un fantástico alimento para las plantas. Los excrementos y hojas muertas se descomponen convirtiéndose en amonio, las bacterias nitrosomas presentes en el acuario lo convierten en nitritos y las bacterias nitrobacter los convierten en nitratos. El nivel de amonio, nitritos y nitratos –tres tipos de moléculas de nitrógeno– en el agua sube especialmente en los acuarios superpoblados de peces, aquellos que tienen pocas plantas o cuando se añade más alimento del necesario. El amonio y los nitritos son especialmente tóxicos para los peces, y los nitratos también, aunque solo en concentraciones altas. Los manuales de acuariofilia recomiendan reducir la superpoblación de peces, aumentar la cantidad de plantas y reducir el alimento para controlar los niveles de amonio, nitritos y nitratos y estabilizar el acuario, pero también se puede cambiar parte del agua todas las semanas. Renovando el veinte por ciento del agua se reduce el nivel de nitratos en un veinte por ciento.
A la hora de usar el agua del acuario conviene medir el pH y la EC para asegurarse de que está dentro de los parámetros adecuados (pH, entre 5,5 y 6,5, y EC, entre 1 y 1,5). El agua del acuario suele ser rica en nitrógeno y contiene algunos microelementos, pero muchas veces no tiene suficiente fósforo y potasio como para proporcionar todo lo que las plantas necesitan, especialmente durante la floración. Mi consejo es alternar riegos con el agua del acuario con riegos con abono de floración o con PK 13/14. También se puede añadir abono de floración al agua que sacamos del acuario, siempre que luego comprobemos y ajustemos pH y EC.