La forma ideal de regar las plantas cuando no estás es con un sistema de riego automático. Si tuvieras un grifo en el patio todo sería más fácil, pero puedes solucionarlo con un depósito para el agua. Un cubo de basura de 100 l o cualquier otro recipiente grande puede servir para ello. Si tienes un enchufe en el patio, puedes usar un programador eléctrico para poner en marcha una bomba de agua durante un rato cada día. A la bomba de agua debes conectar una manguera que pase por encima de las tres macetas. En la manguera pinchas uno o dos riegos gota a gota por planta. Este es el mejor sistema, pero requiere que hagas el gasto de comprar todos los elementos necesarios. Una vez lo tengas montado ponlo en marcha la semana antes de irte para ver cómo funciona y regular bien la duración del riego de cada día. 

Si no quieres complicarte, y dado que solo te vas ocho días, puedes usar otro sistema más fácil y que en pleno verano, con el fuerte calor, no debería dar problemas. Mete cada maceta dentro de un recipiente ancho, como una palangana grande y, además de regar bien la tierra, antes de irte deja el recipiente lleno de agua. Conforme la tierra se vaya secando irá absorbiendo el agua del recipiente. Para evitar que se pudran las raíces por exceso de humedad es recomendable que el agua no tenga mucha profundidad (10 cm, como mucho), de este modo solo se mojará la capa inferior de tierra y las raíces podrán respirar bien. Calcula con cuidado cuánta agua dejas para cada planta. Por ejemplo, si cada vez que riegas una planta absorbe diez litros y aguanta dos días hasta el siguiente riego, solo tienes que dejar treinta litros en cada recipiente y la tierra bien húmeda. De ese modo, cuando vuelvas, las plantas estarán bien y el agua del recipiente se habrá acabado uno o dos días antes. Yo suelo usar este sistema cuando me voy pocos días y funciona bastante bien. Además, intento trasladar las plantas a un lugar donde reciban menos sol directo (sobre todo, si estamos en pleno verano) para reducir su consumo de agua.