¡Sativa en peligro!
Seguramente tu planta no estará lista para cosechar hasta noviembre, y debe resistir el clima de octubre, que suele ser lluvioso y ventoso en muchas regiones, aunque las condiciones concretas varían mucho según el microclima del lugar donde esté plantada. Con cuatro metros de altura es muy poco probable que puedas taparla para protegerla de la lluvia, por lo que no tienes más remedio que intentar reforzar las ramas con tutores que ayuden a soportar el peso de los cogollos y eviten que el viento los agite demasiado. Durante las tormentas, el movimiento del viento unido al peso extra del agua en los cogollos hace que las ramas se tronchen con facilidad. Con plantas tan grandes, no es raro que se llegue a romper el tallo central si la tormenta es fuerte. Mi consejo es que refuerces la planta todo lo que puedas con tutores y la vigiles muy de cerca. Si descubres alguna rama rota, tendrás que tomar la decisión de si cortar la rama y ponerla a secar o intentar repararla. Siempre que la rama no esté completamente separada del resto de la planta, si se ha tronchado pero todavía conserva al menos la mitad de la corteza unida al tallo, puedes colocarla en su posición correcta y con varias vueltas de cinta americana reparar la rotura además de colocar un tutor para sostener la rama. A veces funciona y a veces no, lo sabrás en veinticuatro o cuarenta y ocho horas. Si las hojas de la rama rota se recuperan, la rama se salvará, pero si aparecen mustias y caídas, hay que cortar la rama y ponerla a secar, pues no será capaz de sobrevivir.
Con una planta tan grande es probable que algunas ramas se vayan rompiendo y deban secarse antes pero, aun así, queden otras muchas ramas en la planta madurando normalmente. No desesperes porque se rompa alguna rama, una planta de cuatro metros tendrá docenas de ramas y cientos de cogollos. Vigila, eso sí, que no aparezcan plagas ni hongos. Usa una escalera para acercarte a las ramas más altas, que serán las que tengan cogollos más grandes, y revisarlas bien. Hay que tener cuidado especialmente con las orugas, que tienen la costumbre de esconderse dentro de los cogollos y devorarlos desde el interior.