Semillas no feminizadas
Las variedades regulares (se llaman así porque eran las más normales o habituales, ya que eran las únicas que había hasta hace un par de décadas) hoy en día son muy poco comunes entre los cultivadores. Prácticamente solo las usan los criadores porque la mayoría utiliza variedades feminizadas que solo producen plantas hembra, lo que evita tener que dedicar espacio a los machos, que, en las regulares, suponen más o menos la mitad de las plantas. El problema de los machos es que no es fácil detectarlos antes de la floración y, para entonces, las plantas ya son grandes y ocupan mucho sitio que podrían estar ocupando hembras. Las semillas feminizadas, en cambio, saldrán todas hembras.
Las semillas comerciales suelen ser híbridos F1 que se consiguen al cruzan dos plantas de genéticas diferentes P1 y P2. Las F1 tienen la ventaja de ser muy uniformes y vigorosas. Las semillas que ha producido tu amigo son el resultado de cruzar dos plantas F1 de la misma variedad (el macho y las hembras de White Widow que tenía guardadas) y, por tanto, son semillas F2. La diferencia es que las F2 no son tan homogéneas (las plantas pueden no ser tan iguales entre sí) ni tan vigorosas, pero igualmente pueden ser buenas y de calidad. En principio, cada uno de los tres cruces dará plantas ligeramente distintas, pero eso no es un problema en tu caso, puesto que tendrás algo más de variedad y todas deberían ser relativamente parecidas.
Cuando las plantas empiecen a florecer, más o menos a finales de julio o principios de agosto, en exterior, separa los machos de las hembras. Las hembras ya las conoces: brotan flores de las que salen dos pelitos blancos, los llamados estigmas. Los machos, en cambio, se reconocen porque sus flores brotan en racimos formados por pequeñas bolitas verdes que, cuando se abren, muestran cinco sépalos (parecidos a pétalos) y cuelgan boca abajo. Los machos suelen empezar a florecer algo antes que las hembras.
Los pasos para producir las semillas son los siguientes. Primero, selecciona el macho que más te guste, debe tener vigor, estar sano y contar con buenas características. Debes aislarlo de las hembras llevándotelo a otro lugar para que no las polinice accidentalmente. Lo ideal es tenerlo en otra casa, cuanto más lejos, mejor; en ningún caso deberá estar cerca de las hembras, porque el polen es muy ligero y el viento lo arrastra con mucha facilidad. Si las flores macho se abren y el polen llega a las hembras, los cogollos se llenarán de semillas. Un buen sistema es cortar la mayoría de las ramas del macho, para reducir el número de flores y el riesgo, y quedarte solo con dos o tres. Las flores macho forman un racimo de bolitas verdes, y justo cuando se van a abrir, las flores cambian de color y se ponen más amarillentas. En ese momento puedes meter la rama con las flores dentro de una bolsa de papel (sin cortarla de la planta) y sellar la bolsa al tallo con una cuerda o un alambre para que no se salga el polen. Pon la planta a la sombra porque, si el sol recalienta la bolsa de papel, el polen morirá. Espera dos o tres días a que las flores se abran y liberen el polen dentro de la bolsa, luego quita la bolsa con mucho cuidado de que no se caiga el polen y utiliza un pincel para ir cogiendo polen del fondo de la bolsa y espárcelo con cuidado sobre los estigmas de las flores hembra (esos pelitos blancos que salen de dos en dos de cada flor) de uno o dos cogollos de cada planta. Los granos de polen son diminutos y cada flor produce cientos o miles de ellos, así que basta con rozar las flores con el pincel para polinizarlas; es más seguro polinizar un día sin viento para que el polen no se esparza accidentalmente por el resto de los cogollos. En unos días verás que los estigmas se marchitan, lo que indica que la polinización ha sido un éxito. Las semillas tardan en formarse entre tres y seis semanas. Recógelas cuando los cálices se sequen y se abran, mostrando las semillas maduras de color oscuro. Las nuevas semillas se pueden usar inmediatamente, pero su capacidad de germinación mejora si se dejan reposar entre dos y tres meses, preferiblemente en un lugar seco, fresco y oscuro.