El problema lo vives año tras año y tú mismo tienes claro el camino. Es inviable cultivar plantas que no aguantan la humedad y la lluvia en lugares donde llueve con frecuencia y hay una alta humedad ambiental casi constantemente. Tres son las soluciones: cultivar en interior las variedades que quieras, cultivar en invernadero las variedades medianamente resistentes o cultivar completamente en exterior las genéticas resistentes. En exterior busca variedades de cosecha temprana, a ser posible que se corten en septiembre o, como tarde, en los primeros días de octubre. Cualquier otro camino solo trae dolores de cabeza, problemas y malas cosechas. Se puede ayudar algo, es verdad, y contribuir a la salud de las plantas aplicando ciertas técnicas y prácticas de cultivo. Siembra las plantas en lugares abiertos, sin paredes, árboles ni arbustos cerca. Dales espacio y evita que las ramas de una planta toquen a las de otra planta, poda las ramas más bajas y aquellas que toquen el suelo. Limpia completamente de ramas la parte más baja del tronco, entre veinte y cuarenta centímetros; este espacio libre cerca del suelo favorece la ventilación y evita que se acumule la humedad. Si es posible, cubre las plantas cuando llueve para evitar que se mojen.

Contra los hongos puedes fumigar preventivamente jabón potásico o bicarbonato potásico, ambos son inocuos para las personas y se pueden aplicar durante toda la floración. En cuanto detectes hongos en una planta, corta todo el trozo infectado y tíralo. Casi siempre la infección continúa o reaparece en otra rama, por eso lo mejor es cosechar la planta aunque no esté completamente madura. Más vale tener cogollos ligeramente inmaduros que dejarlos madurar y, al final, perderlos completamente por el ataque de los hongos.