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Vaporizadores de marihuana

Tengo cuarenta años y llevo más de veinte fumando porros. Empecé con hachís marroquí y tabaco y luego me pasé a la marihuana, también con tabaco. Hace un par de años que empecé a pensar en dejar el tabaco, cada día tosía más y tenía una bronquitis casi crónica durante todo el invierno. Normalmente fumaba unos quince cigarrillos diarios y cuatro o cinco porros, casi siempre por la tarde, después de salir del trabajo. Hace dos meses por fin me decidí a dejar de fumar. Tiré todo el tabaco que tenía por casa y me comprometí conmigo mismo a no volver a fumar un cigarrillo. Lógicamente, eso implicaba que tampoco debía añadir tabaco a los porros si quería realmente desengancharme de la nicotina. No voy a decir que fuera fácil, pero creo que lo he conseguido: llevo dos meses sin fumar tabaco. Todo este tiempo he fumado la hierba pura, en pequeños porritos muy delgados que se fuman fácilmente. He descubierto que coloca mucho más el cannabis solo que mezclado con tabaco y aún me estoy acostumbrando al efecto, que es algo distinto. 

Mi pregunta se refiere a los vaporizadores de marihuana, pues estoy pensando en comprar uno para alejarme definitivamente del humo. La verdad es que cada vez me gusta menos el sabor del humo y me da la sensación de que mientras fume algo, aunque solo sea cannabis, tengo más riesgo de recaer en el tabaco. ¿Qué opinas?, ¿qué consejos puedes darme? Muchas gracias. 

Miguel

Tu historia se parece a la mía. Dejé el tabaco después de fumar durante décadas y también pasé a consumir porros de hierba pura, pero los cambié por un vaporizador para evitar cualquier riesgo de recaer en la nicotina. Los vaporizadores son fantásticos, ya que eliminan la parte más perjudicial del consumo tradicional de cannabis: el humo y los alquitranes que contiene. Antes de que aparecieran los primeros vaporizadores, la única alternativa para consumir cannabis sin inhalar humo era la ingestión oral, que tiene un efecto muy distinto y dificulta la regulación de la dosis, debido a que tarda mucho en hacer efecto. Sin embargo, al vaporizar cannabis, los efectos aparecen con la misma rapidez que al fumarlo, facilitando así el control de la dosis. Solo hay que ir dando caladas hasta lograr el efecto deseado. A diferencia de los porros o las pipas, los vaporizadores no queman el cannabis. En lugar de ello, calientan la materia vegetal a una temperatura suficiente para evaporar los principios activos, evitando la combustión y la producción de humo. Esta técnica permite inhalar los cannabinoides en forma de vapor, evitando los subproductos tóxicos y el alquitrán que se generan al fumar. Investigaciones extensas respaldan la vaporización como un método de consumo más saludable que el fumar. Un estudio, por ejemplo, mostró que el vapor de un vaporizador contenía un ochenta y nueve por ciento de THC, mientras que en el humo solo el doce por ciento correspondía a cannabinoides, y el resto eran compuestos generados por la combustión, algunos de los cuales son cancerígenos y terminan en los pulmones. 

La vaporización preserva las moléculas originales sin las transformaciones tóxicas que ocurren durante la combustión. Cambiar del porro al vaporizador no siempre es sencillo, especialmente para quienes, como tú, están acostumbrados a mezclar cannabis con tabaco. Los efectos del cannabis sin tabaco pueden ser diferentes, a veces más intensos debido a la falta del efecto calmante de la nicotina. Generalmente, el consumo diario de cannabis tiende a disminuir al cambiar al vaporizador. Por un lado, los cannabinoides se aprovechan mejor y la hierba cunde más, por otro, las dosis empleadas suelen ser más pequeñas porque el tabaco no las suaviza o contrarresta. Quienes mezclan cannabis con tabaco tienden a fumar más porros al día debido a la necesidad frecuente de nicotina. En contraste, al prescindir de la nicotina, los intervalos entre consumos de cannabis suelen aumentar, ya que sus efectos perduran más tiempo que los de la nicotina. 

La vaporización implica calentar el cannabis a temperaturas entre 180 y 210 °C, evitando alcanzar los 230 °C para prevenir la combustión. Los vaporizadores se dividen en dos tipos según su método de calentamiento: conducción o convección. Los de conducción calientan una placa metálica sobre la cual se coloca la muestra, transfiriendo el calor por contacto. Aunque son más económicos, suelen generar algo de combustión debido a la falta de calentamiento uniforme. Los vaporizadores de calidad emplean el método de convección, en el cual la muestra se calienta mediante una corriente de aire. 

La oferta actual de vaporizadores es amplia y diversa, y abarca una gama de precios y características para adaptarse a las preferencias de cada consumidor. Aunque los modelos de mesa generalmente producen un vapor de mayor calidad, cada vez hay más opciones de tamaño compacto y portátil que ofrecen un rendimiento satisfactorio. Si sueles consumir en casa, te recomiendo que busques un vaporizador de mesa de buena calidad, pues ajustan mejor la temperatura y suelen dar mejor calidad de vapor. Son más caros pero, a la larga, compensan. Si también consumes en la calle o fuera de tu casa, probablemente quieras conseguir también un vaporizador portátil que te quepa en el bolsillo. En este caso no tendrás que gastar tanto pero, si quieres que te dure tiempo y que tenga una batería que no se gaste enseguida, busca un modelo de calidad. Para que el sabor del vapor sea bueno y el vaporizador se mantenga en buenas condiciones durante mucho tiempo, es importante limpiarlo con regularidad sin esperar a que todo el interior esté lleno de restos pringosos de resina. Usa un poco de alcohol y bastoncillos para los oídos para limpiar bien los rincones de más difícil acceso. 

Profesor Cáñamo

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